Aprovechar la tecnología

Noviembre 2, 2008 - Publicaciones

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Paul Strassmann, en “El computador desperdiciado” demuestra que en 1996, a pesar de que ya, en ese tiempo, el gasto de capital más importante de todas las empresas registradas en bolsa, era la tecnología de información (TI), no había ninguna correlación entre la inversión en TI y las utilidades. Strassmann demuestra, en una industria tras otra, que los porcentajes de inversión en TI recomendados como “mejores prácticas” carecen de sentido en, y por si mismos.

En los últimos 10 años, la TI, ha aumentado enormemente la productividad de casi todo el mundo, sin embargo la correlación entre inversión en TI y rentabilidad sigue elusiva. Recientemente Strassmann demostró que en la industria de servicios financieros, aquellas empresas con peores desempeño gastan más que aquellas con buen desempeño, con cualquier medida comparable de desempeño y de gasto. Esto sugiere que TI no es, ni por mucho, suficiente para ser competitivamente productivos. La competitividad ciertamente requiere tecnología, pero también requiere muchas otras cosas como conocimiento y entendimiento de cual y cuanta tecnología adquirir y cómo aplicarla. Las destrezas gerenciales para gestionar el cambio y la innovación constantes son, por supuesto, un requisito no negociable.

Futuro del ‘software’. Una idea que Strassmann ataca particularmente es la idea de mezclar las inversiones de corto plazo con las de largo plazo (por ejemplo hardware y software) y depreciar las dos juntas. Especialmente las inversiones en software , él considera que se les debería reconocer un valor residual ya que eso estimularía la inversión en tecnologías orientadas a objetos y estándares abiertos (que efectivamente pueden alargar la vida útil del software , casi indefinidamente) y desestimularía la idea de reemplazar el software cada cierto tiempo, ya que después de todo, el software no se gasta cuando se usa.

La tecnología de software referida por Strassmann, orientación a objetos y estándares abiertos, está cambiando profundamente la industria de software. La producción de enormes paquetes que pretenden ofrecer toda la funcionalidad que todos los posibles clientes puedan requerir, si no se ha detenido ya, se detendrá muy pronto. El futuro de la producción y consumo de software será basado en componentes (basados en orientación a objetos). Las empresas proveedoras de enormes paquetes de software, hace 10 años obtenían su ventaja competitiva de la integración que trae su software, pero la tecnología de integración de software ha mejorado tanto, que ya eso no es ventaja. Luego vendían las mejores prácticas en los procesos del negocio que implementa su software, pero en la era de la innovación todos quieren innovar procesos. Para implementar procesos innovadores se requieren componentes de software que implementen pequeños servicios del negocio y que se integren fácilmente con otros servicios.

La garantía de que componentes se integrarán fácilmente con otros (de cualquier proveedor o desarrollados internamente) se obtiene adhiriéndose a estándares abiertos. Estándares abiertos son estándares definidos por un organismo independiente en un proceso abierto. Un proceso abierto es un proceso en el cual toda la información está libremente disponible durante todo el proceso.

Estándares abiertos. Los estándares abiertos de software eliminan la dependencia que tradicionalmente se desarrollaba con el proveedor del software (ya que el cliente puede cambiarse a otro proveedor que se adhiera a los mismos estándares, con suma facilidad) y al mismo tiempo hace el mercado mucho más grande y ofrece un pool de desarrolladores mucho mayor.

Es probable que la industria de software sea la más globalizada (y por lo tanto menos protegida o intervenida) del planeta. Es posible que su fuerza y resistencia a las crisis económicas se deba a la misma globalización que sufre y promueve. Algunas tendencias, como utilizar componentes y estándares abiertos, hace diez años eran, tal vez discutibles, hoy son innegables. En Costa Rica podemos aprovechar o desperdiciar las ventajas comparativas que tenemos en la industria de software. Para aprovecharlas solo hace falta visión global en vez de parroquial.

Artículo publicado en el periódico La Nación