Digitalización estratégica

Diciembre 1, 2007 - Publicaciones

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A primera vista, la velocidad de digitalización pareciera ser la principal diferencia, sin embargo hay más. Existe el concepto de la profundidad de la digitalización, el cual se refiere al arraigo intelectual del quehacer digital, al entendimiento de las tecnologías y de los profundos cambios económicos y sociales que las mismas conllevan. Las tecnologías digitales han cambiado, y van a cambiar todavía más la manera de trabajar, aprender, y jugar. La producción mundial de riqueza es predominantemente basada en conocimiento y el conocimiento es, hoy en día, el principal factor de la producción. Las tecnologías digitales son fundamentales para poder lidiar con el vasto conocimiento que estamos produciendo. De hecho, la producción de conocimiento al ritmo desenfrenado que estamos viviendo no sería posible sin las tecnologías digitales.

A PROFUNDIDAD

Es, claramente, deseable aumentar la velocidad con la que nos digitalizamos, pero debemos digitalizarnos con profundidad, es decir debemos asimilar la tecnología al punto en que se torna transparente. La tecnología es la herramienta, pero es una herramienta muy poderosa que por estar hecha de bits en lugar de átomos, debe permitirnos enfrentar los problemas de acuerdo a la naturaleza del problema, y no de acuerdo a las capacidades (y restricciones) de la herramienta.

Planificar la digitalización de una persona, empresa o país se ve complicado por la velocidad exponencial con la que se están desarrollando las nuevas tecnologías y la lentitud con que tradicionalmente hemos asimilado nuevas tecnologías. La dificultad no es (nunca ha sido), sin embargo, excusa para no realizar dicha planificación estratégica. La planificación de la digitalización de una organización es ciertamente estratégica, por cuanto su futuro puede, perfectamente, depender de ella. Una organización que intenta mantenerse en la punta de la tecnología puede hacer un enorme desperdicio de recursos en tecnología novedosas que resultan ser equivocadas, mientras que la organización con miedo de cambiar hacia las nuevas tecnologías puede tornarse anacrónica de manera sorpresiva.

El gran riesgo es poder lidiar con el desarrollo exponencial de la tecnología. Hay evidencias de algunas tecnologías que se están desarrollando a un ritmo doblemente exponencial, esto es, el exponente también se desarrolla exponencialmente. También hay evidencias de que algunas culturas son peores que otras para lidiar con el cambio. Es particularmente difícil para las organizaciones que han sido muy exitosas haciendo las cosas de la misma manera por muchos años. Clayton Christenssen demuestra, de manera muy convincente que, por el motivo anterior, una empresa, grande, exitosa y bien administrada, está condenada al fracaso.

PELIGROS

La planificación de la digitalización estratégica de una organización sufre dos grandes peligros: parálisis por análisis y grandiosidad. La parálisis por análisis viene de la evaluación de muchísimas (nunca todas) las posibilidades, de la consulta con muchos (nunca todos) los expertos y el estudio de un sinnúmero de nuevas tecnologías que podrían ser (o no) útiles. La parálisis por análisis trae como consecuencia una atraso crónico en la digitalización de una organización. La grandiosidad se manifiesta en objetivos muy ambiciosos, nobles y loables, pero realistamente no alcanzables, por lo menos no en tiempos razonables.

Tal vez el mejor plan de digitalización a nivel nacional es el de Singapur, conocido como iN2015 (Intelligent Nation 2015). Este plan fue elaborado hace tres años por un grupo de personas, empresas e instituciones gubernamentales, en un proceso similar al seguido en Costa Rica para la Estrategia Siglo XXI: gran participación e inclusión de todos los sectores afectados e involucrados. A diferencia de la Estrategia Siglo XXI, iN2015 entró en ejecución inmediata, y a juzgar por otros planes hechos en Singapur en el pasado, los objetivos plasmados en el plan se cumplirán antes de lo anticipado. Cabe destacar que iN2015 reconoce que 10 años es un horizonte demasiado largo para planificar tecnología y que por lo tanto el documento requiere constante revisión y actualización para acomodar los adelantos y desarrollos no previstos en el plan. Es claro que la ruta seguida por Singapur no es una alternativa para Costa Rica, por lo menos no todavía.

También es claro que no debe seguir la digitalización del país al azar. Los altos índices de conectividad que tenía Costa Rica se han deteriorado notoriamente en términos comparativos con otros países. La pujante industria de software que ostentábamos hace 7 años ha perdido relevancia a nivel regional. La transparencia de las organizaciones públicas y privadas no se ha potenciado a partir de las tecnologías digitales. El liderazgo en educación informática que asumió el país hace 20 años se ha mantenido pero no ha aumentado. La brechas digitales, tanto dentro del país (entre ciudadanos y entre organizaciones), como en relación con otros países (como Singapur) han aumentado. ¡YA! Para promover la digitalización del país necesitamos una estrategia, pero la necesitamos ya.

No debe Costa Rica tomar, como hizo Singapur, un año para definir una estrategia detallada en 7 sectores y tres áreas de infraestructura. Las bondades de un plan no son consecuencia únicamente del contenido; también, e incluso más importantes, deben considerarse las capacidades de ejecución de la estrategia. Hace 25 años Singapur publicó un documento titulado ‘Visión de una Isla Inteligente” y el contenido del mismo quedó implementado y superado hace más de cinco años. Singapur es un buen ejemplo de la capacidad de ejecución dictando el grado de detalle y el horizonte de planificación. La estrategia digital de Costa Rica debe ser sencilla, puntual y ejecutable en el corto plazo. El éxito de implementación de semejante estrategia será el alicante para revisarla y elaborar una más detallada, más ambiciosa y que también podamos ejecutar. La digitalización estratégica del país debe ser guiada por nuestra capacidad de ejecución. Obviamente, si la capacidad de ejecución del país no se distribuye homogéneamente entre el sector público y el privado, entonces la implementación de la estrategia debe recaer mayoritariamente sobre el sector de mayor capacidad de ejecución.

LOS PILARES

Una buena manera de plantear la estrategia digital de Costa Rica es a partir de cuatro pilares: conectividad, educación, productividad y transparencia. Para cada uno de estos pilares se deben identificar un reducido número de iniciativas que sean ejecutables en el corto plazo y que produzcan amplio impacto. Las iniciativas que se identifiquen deben venir acompañadas del esquema de financiamiento (modelo de negocios) que las hace factibles, así como una definición de los responsables, los recursos y los tiempos requeridos. Esta estrategia debe ser elaborada rápidamente, aún a riesgo de dejar valiosas iniciativas sin identificar. Es urgente vencer la parálisis (no necesariamente por análisis) que ha sufrido Costa Rica durante los últimos nueve años. El capítulo de conectividad deberá estar cargo de una personalidad reconocida en el campo por su experiencia, conocimiento y solidez intelectual.

Este capítulo debe abordar el tema desde un punto de vista de la utilidad de la conectividad para los ciudadanos, dejando de lado ideologías e intereses comerciales. Deberá este capítulo contestar preguntas difíciles, por ejemplo “¿cómo lograr triplicar el número de conexiones de banda ancha en el país cada año? o ¿cómo acelerar la eliminación de las tecnologías de telecomunicaciones obsoletas y propietarias?, e incluso más difíciles: ¿cómo evitar inversiones en tecnologías que quedarán obsoletas antes de terminar su instalación?. El capítulo de educación deberá estar a cargo de un reconocido académico con fuertes vínculos con la industria, tanto la industria de bits como la industria de átomos.

Este capítulo deberá forzosamente partir de los logros obtenidos por la Fundación Omar Dengo y proyectar nuevas maneras de potenciar la educación a partir del uso intensivo de la tecnología digital; eso es digitalizar la educación. Pero también debe este capítulo identificar iniciativas que eduquen la digitalización; esto es promover el conocimiento (y sobre todo el entendimiento) de las bases mismas de las tecnologías digitales. Entre más gente domine los fundamentos sobre los cuales se han construido estas tecnologías, mayor y más relevante será la producción tecnológica del país. El capítulo de productividad es más complejo, pero no menos importante; este deberá estar a cargo de un conocido académico de las organizaciones y los negocios. El conocimiento de la tecnología al servicio de la producción. Este capítulo probablemente deberá contener varios apartados (¿sub capítulos?) que identifiquen iniciativas para promover la digitalización de diferentes sectores con el objetivo de hacerlos más productivos.

El sector agroindustrial sigue siendo muy importante en Costa Rica; la digitalización puede, con inversiones mucho menores, agregar más valor que las inversiones en infraestructura civil y por lo tanto merecen atención. El sector gobierno consume una porción muy (¿demasiado?) grande del PIB y por eso merece estar presente, incorporando probablemente los esfuerzos del Gobierno Digital. El sector servicios es sin duda el de mayor potencial de digitalización, para no solo aumentar la productividad sino también para crear nuevos mercados diferenciadores que resultan en una aumento sustancial de la productividad.

El capítulo de transparencia, deberá estar a cargo de un reconocido empresario y académico, con experiencia en el primer mundo (en el que la transparencia ya no es opcional). La transparencia operativa puede ser mejorada enormemente a base de divulgación de todos los hechos importantes, a posteriori. La transparencia financiera se puede optimizar con la utilización intensiva de medios de pago electrónicos, los cuales mejoran también el control y la probidad de las transacciones. La importancia de esto es fundamental tanto en el sector público como en el privado. La opacidad promueve corrupción e ineficiencia; la transparencia, todo lo contrario.

El programa Costa Rica Digital es un esfuerzo conjunto del INCAE y el Club de Investigación Tecnológica. En el año 2007 se inauguró el programa con las conferencias de Wenceslao Casares y Juan Enríquez. A inicios del 2008 se publicará una estrategia digital como la antes expuesta, para luego dedicar los esfuerzos didácticos del programa a promover las iniciativas identificadas en la estrategia.

Artículo publicado en la revista Actualidad Económica