¿Qué tienen en común los discos compactos, los automóviles y los periódicos? Los tres pertenecen a industrias en acelerado y profundo proceso de transformación. Afortunada o desafortunadamente, dependiendo de la óptica con que se mire, estas tres industrias no son las únicas en proceso de transformación. Son solo tres ejemplos de alto perfil que impactan directamente a una porción muy grande de la población.
No hay duda de que la música, el transporte privado y las noticias seguirán siendo relevantes y creando valor durante muchísimo tiempo. Es la manera en que se ha entregado el valor a los usuarios, la que está cambiando radicalmente. Achacarle la culpa de esta transformación a la recesión es decir que el frío está en la cobijas, aunque la crisis si es responsable de acelerar la transformación.
La transformación de la industria de la música empezó con la influencia disruptiva de Internet y la estandarización del formato MP3; esto le permitió a los usuarios expresar su disconformidad con la manera en que la música era producida, empacada y distribuida. La industria reaccionó acusando a millones de clientes de piratería y tomando acciones legales para desterrar sitios como Napster del ciberespacio, grave error. Las ventas de discos compactos de música llevan varios años en caída libre. Al mismo tiempo vemos como miles de millones de canciones individuales se venden en línea, evidencia que los “piratas” estamos dispuestos a pagar por la música.
La industria automovilística es algo increíble. Durante más de 30 años hemos sabido que el modelo de negocios es insostenible. Producir vehículos masivamente, casi sin considerar las verdaderas necesidades del cliente, creando necesidades ficticias (como el estatus) apoyadas en crédito fácil, mientras se insiste en envenenar el medio ambiente creando una dependencia absoluta del petróleo, no es, y nunca ha sido, una buena idea. Hoy vemos cómo, después de aumentar el precio del combustible a sus más altos niveles de la historia, viene un fuerte recorte en la disponibilidad de crédito, y los clientes alrededor del mundo deciden, como si se hubieran puesto de acuerdo, que ya no van apoyar más esa locura.
Sordera de la industria. Los clientes de la industria automovilística quieren ser realmente escuchados. ¿Cómo es posible que en un planeta con miles de millones de teléfonos celulares, los carros no vengan todos con sistemas de “manos libres” y enchufes para reproductores de MP3? El motivo no es el costo, es la sordera de la industria. ¿Cómo es posible que con todas las tecnologías de energía alternativas al petróleo no hayamos progresado en reducir la dependencia del petróleo?
Modelos como el propuesto por Shai Agassi de autos eléctricos con baterías recargables y fácilmente cambiables en estaciones de servicio, son enteramente viables, pero pareciera que los consumidores van a tener que castigar severamente a los productores para que estos reaccionen (o aparezcan otros que lo hagan). La industria de las noticias también ha sufrido el embate de Internet. Algunos lectores han dejado de adquirir la versión de papel mientras que muchos compradores y vendedores acceden avisos clasificados en línea, gratis.
La calidad de la experiencia del lector con la edición de papel todavía sobrepasa bastante a la calidad de la experiencia de leer en línea. Los nuevos dispositivos de lectura electrónica están mejorando dicha experiencia sustancialmente, pero todavía falta. En la publicidad, la presión es más fuerte para evolucionar el modelo de negocios. A los anunciantes no les gusta pagar una suma sin tener certeza de cuánta gente será influenciada por el anuncio y a los lectores no les gusta que su atención sea interrumpida por anuncios de cosas que no le interesan. Los modelos publicitarios de sistemas como Google y Facebook cobran solo por anuncios a los cuales un potencial cliente reacciona (hacen clic) y a los potenciales clientes solo les aparecen anuncios de cosas coincidentes con su perfil e intereses.
No hay duda de que la crisis está acelerando cambios profundos en muchas industrias, algunos de estos cambios se debieron haber realizado antes, pero la estabilidad puede ser enemiga del progreso. La resistencia al cambio es derrotada por la crisis ya que, finalmente, todos estamos claros que seguir haciendo lo mismo de la misma manera no es una opción.
No cabe la menor duda de que el mundo después de la recesión será un mundo muy diferente del que teníamos antes.
Artículo publicado en el periódico La Nación