Huir de la obsolescencia

Mayo 30, 2002 - Publicaciones

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Con todos los beneficios de la Tecnología de Información (TI) para la humanidad, también nos ha obligado a enfrentarnos a menudo con la nefasta obsolescencia, que siempre ha existido y ha afectado modelos económicos, regímenes políticos, tecnologías, etc. La diferencia principal es que nuestra generación (mucho más la de nuestros hijos y nietos) tiene que lidiar con ella mucho más constantemente. Hace un tiempo lidiábamos con la obsolescencia una vez cada 5 ó 10 años, hoy parece que casi a diario algo queda obsoleto.

La TI acelera la obsolescencia de muchos modelos de negocio, crea nuevos productos (haciendo a otros obsoletos), crea nuevas maneras de comunicarnos, nuevas maneras de aprender, etc. En escasos 40 años, la TI ha ido dejando una estela de obsolescencia en casi todas las industrias y también en sí. Equipos y programas (hardware y software) sufren obsolescencia acelerada. La primera red pública de transmisión de datos del país se instaló hace apenas 15 años, pero ya esa tecnología ha sido superada varias veces. Hoy esperamos con ansiedad la Red Internet Avanzada.

Reto mayúsculo. Pero no siempre es fácil huir de la obsolescencia. Desechar equipos o redes (asumir una pérdida contable) es doloroso y caro, pero no muy difícil. Desechar programas obsoletos ha sido en los últimos 30 años un reto casi imposible, sobre todo para las instituciones públicas.

El desarrollo de los programas es largo, tedioso y caro. Después de 20 años de invertir en un sistema (conjunto de programas), desecharlo implica más que botar todo el esfuerzo de la gente que trabajó en él durante tanto tiempo, implica tirar todo el conocimiento institucional acumulado en los programas a través de los años. Reemplazar los programas obsoletos por "paquetes" de software conlleva un enorme trastorno organizacional. Adaptar la empresa al paquete ha resultado mucho más fácil de decir que de hacer, hasta en la empresa privada en Costa Rica.

Costos elevados. Como resultado, muchas instituciones estatales están atrapadas en tecnologías obsoletas y propietarias. Esto implica que cada cierto tiempo deben comprar equipo (para tener mayor capacidad) sumamente caro de adquirir y operar, pero que es el único capaz de operar los programas desarrollados con los años. El costo financiero y organizacional de sustituir los programas hace, en muchos casos, preferible extender contrataciones de hace 30 años, que no agregan valor a la institución pero siguen produciendo réditos al proveedor.

Por suerte esta situación ya no tiene asidero: hoy existe tecnología para cambiar el lenguaje a los programas (programas para transformar programas), de modo que funcionen en equipos de última tecnología, con costos operativos muy inferiores. Así, no es necesario desechar todo el conocimiento de los programas ni trastornar la empresa (tratando de adaptarla a un paquete) sino que es posible invertir en el futuro, en vez de seguir pagando por el pasado. Con esta tecnología es posible escapar de la obsolescencia

Artículo publicado en el periódico La Nación