Conforme una economía pasa de la era agrícola e industrial a la era del conocimiento, el tamaño del sector de infocomunicaciones crece como porcentaje de la economía total. Infocomunicaciones se refiere, no solo a la producción y venta de tecnologías de información y comunicaciones, sino también (y usualmente más importante), al diseño y venta de servicios utilizando tecnologías de terceros.
El porcentaje de la riqueza nacional que se produce con Infocomunicaciones crece como consecuencia del cambio de la economía hacia el conocimiento, pero también, en gran parte, es la causa de dicho cambio. He ahí la importancia del sector.
En Costa Rica el sector de infocomunicaciones sigue siendo pequeño. Si se compara, como se debe, con países como Irlanda, Singapur e Israel, vemos que es diminuto. Tradicionalmente se ha culpado a la falta de apertura en telecomunicaciones por esta notable falta de crecimiento del sector. Muy pronto nos podríamos percatar que no toda la culpa residía en la falta de apertura.
Empresas del sector de infocomunicaciones tienen por lo menos 20 años de operar en Costa Rica, algunas han sido muy exitosas exportando productos tecnológicos. El talento de nuestros jóvenes del sector es bien conocido, y reconocido por muchos (incluyendo, por supuesto, las multinacionales con más de una década de exportar dicho talento). El crecimiento que el sector de infocomunicacones está presto a experimentar con la apertura de las telecomunicaciones, podría generar mucha riqueza nacional haciendo crecer las empresas del sector y creando nuevas, pero también podría ser casi todo importado.
Tradicionalmente en Costa Rica, las estrategias para promover el crecimiento de un sector de la economía, estaban relacionadas con tonteras como préstamos baratos y barreras arancelarias. Hoy, por suerte les da pena siquiera proponer esas estrategias. Desafortunadamente la enorme creatividad nacional no se ve debidamente representada en el diseño de estrategias que promuevan un sector de manera sostenible y sin el detrimento de los contribuyentes.
Las estrategias relacionadas con la necesidad de brindar conectividad al país están definidas, no está claro como se podrían ejecutar, pero por lo menos el destino está claro (aunque no se conozca el camino). Espero no tengamos que esperar a que todo el país tenga conectividad de clase mundial para darnos cuenta que eso no era suficiente para disparar la producción y, sobre todo, la utilización, de las tecnologías digitales que promuevan el conocimiento como principal factor de la producción.
Estrategias coherentes. Necesitamos estrategias coherentes, que no se obsesionen con una sola variable de lo que es, sin duda, una compleja ecuación de múltiples variables. Por ejemplo la obsesión exportadora, en este caso, y por si sola, no va a producir los aumentos en productividad que trae la economía del conocimiento.
Estrategias ganadoras, como la de Singapur, utilizaron al Estado, con su enorme tamaño comprador, como incentivador del sector. Pero este tipo de estrategias deben ser muy cuidadosamente alineadas con nuestra capacidad de ejecutar. En Singapur, el Estado era, y es, el más grande usuario de las tecnologías digitales, pero nunca cometieron el error de querer hacerlo todo internamente. La contratación de todos los servicios, tanto de desarrollo como implementación incentivó el crecimiento del sector, sin ningún tipo de proteccionismo miope.
En un principio (hace 30 años) los contratos se otorgaban a empresas multinacionales que debían, incluso importar personal para ejecutarlo, pero pronto se empezaron a hacer con personal local y ahora lo hacen empresas locales. Las empresas singapurenses de infocomunicaciones hoy en día, luego de digitalizar la isla totalmente, son grandes exportadores de productos y servicios.
En Costa Rica empezamos el proceso de digitalización antes que Singapur. Las empresas nacionales del sector de infocomunicaciones, son más antiguas que las de Singapur. Hace 20 años el ICE era muchas veces más grande y exitoso que Singtel. Desafortunadamente, los perros no son buenos nadadores. Hoy en día, tenemos (aunque algunos no quieran), que competir en el mercado global. Si vamos a tener alguna oportunidad de sobrevivir, me parece imperativo que cambiemos nuestro estilo de natación.
Artículo publicado en el periódico La Nación