Media teja

Mayo 28, 2005 - Publicaciones

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Cincuenta años podrían parecer mucho tiempo; de hecho, para algunos es toda una vida, pero en la vida de un país es un período ni muy largo ni muy corto. Hace poco más de 50 años, Costa Rica decidió abolir el ejército y nacionalizar toda clase de locuras. Podríamos discutir si los ahorros por no tener ejército superan, o no, el costo en que incurrimos al nacionalizar de todo, pero esa discusión no tiene sentido pues solo podemos calcular el costo de mantener el ejército en el cuartel -cuando sale de él es incalculable. Y siempre sale, tarde o temprano-.

Lo que sí cabe preguntarse es por qué si ahorramos tanta plata durante tanto tiempo, hoy el Gobierno debe hasta el modo de andar, la red vial es un desastre, la educación da lástima, las pensiones están en grave peligro y la salud en la cola de un venado. El pesimismo es una de las peores enfermedades que puede sufrir un pueblo. La falta de dirección, liderazgo y visión, en tan solo 3 años, nos ha llevado a un estado de casi total desesperanza. Al perder los políticos y la política toda credibilidad, el país, como un todo, ha perdido el optimismo, la ilusión y hasta el gusto por el futbol.

Como faro en la tormenta, aparece Franklin Chang y nos ofrece un Plan de Ciencia y Tecnología para los próximos 50 años. No conozco a nadie que no haya aceptado gustoso la invitación de Franklin a trabajar en dicho plan sin sueldo, reconocimiento o recompensa.

Grave error. El tiempo se mueve cada vez más rápido, antes casi le dábamos gracias a Dios de que un político o un gobierno no hiciera nada, pues se creía que era mucho mejor que meter las patas. Hoy es un grave error. Si un país no hace nada durante 4 años, mientras el resto del mundo avanza cada vez más rápido, el daño es mucho mayor que si equivocaran en la mitad de las cosas.

Por lo tanto, 50 años son mucho más si los contamos para adelante que si los contamos para atrás. La próxima "media teja" traerá muchos más cambios que la anterior, ello obliga a pensar y actuar mucho más responsablemente que antes. Costa Rica no puede darse el lujo de elegir otro gobierno sin entendimiento, sin visión ni liderazgo.

Nuestro futuro depende del factor de la producción más importante, el que se le olvidó mencionar a Marx: el conocimiento. El conocimiento se produce con investigación, se disemina con educación y rápido se convierte en riqueza, pero no solo mediante productos que son casi puro conocimiento, como el software, sino, también, a través de los tradicionales, como el café, al que agregamos conocimiento para lograr mejores calidades y precios.

Nada peor. En reportaje reciente en La Nación, vimos que Costa Rica está en el lugar 20 en el mundo en exportación de cerebros. No puede haber nada peor. Exportar cerebros es como vender la caña de pescar en lugar de vender pescado. La Nación calcula, en ese reportaje, el dinero en educación que el país invierte en ese talento que luego escapa y va a generar riqueza a otro país, la gran mayoría con títulos de posgrado altamente especializados. Pero el costo de oportunidad es muchas veces mayor que el costo de producir el talento.

Costa Rica debe entender lo nefasto y estúpido de exportar cerebros. Los incentivos fiscales ya demostraron ser una manera totalmente incorrecta de retener talento, lo único que lograron en el pasado fue promover los embutidos. Hay que ser mucho más creativos y mucho más ambiciosos, no solo necesitamos retener talento, sino que, tal vez más importante, debemos importar talento. Hay que generar las condiciones correctas para que la gente más talentosa quiera venir a vivir y trabajar en Costa Rica. La repatriación de los ticos se dará por añadidura.

Círculo virtuoso. Se equivocan de cabo a rabo quienes creen que el salario es el único incentivo para atraer cerebros. Un ambiente colmado de talento, un clima casi perfecto, conectividad de banda muy ancha siempre disponible, fácil acceso desde y hacia otros centros de investigación y desarrollo, montañas repletas de biodiversidad, todos son factores importantes. El talento atrae talento. El talento genera riqueza y por lo tanto atrae capital. Este es el círculo virtuoso que debemos propiciar. Debemos tener claridad de que el conocimiento es nuestro recurso más valioso y dedicar importantes esfuerzos y atención a su administración, su producción y su diseminación. El conocimiento se administra de manera diferente a los tornillos.

Crear un polo de atracción de talento es ciertamente posible, pero antes debemos recobrar el optimismo y entender que los próximos 12 meses, si bien son los más largos, no pueden, bajo ninguna circunstancia, convertirse en 60. Dentro de 6 meses, Franklin Chang presentará el Plan de Ciencia y Tecnología para el próximo medio siglo. Dentro de 8 meses elegiremos el próximo gobierno. Los próximos meses son decisivos para que dentro de 50 años nuestros hijos puedan disfrutar viviendo en la capital mundial del conocimiento, y como dice don Orlando Morales: "ganarse el pan con el sudor de la mente". Si, por el contrario, nuestros dirigentes siguen preocupados por estupideces (como las encuestas de popularidad o las amenazas de los sindicatos), entonces nuestros hijos no solo tendrán que ganarse el pan con el sudor de la frente, sino que cada vez requerirán más sudor para ganar menos pan.

Artículo publicado en el periódico La Nación