Pequeños ricos, grandes pobres

Diciembre 23, 2003 - Publicaciones

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Como vemos en el cuadro adjunto (tomado de As The Future Catches You, de Juan Enríquez), grandes territorios, vastos recursos naturales y decenas de millones de trabajadores no parecen ser necesarios para generar riqueza. De hecho, Juan Enríquez argumenta que dichos recursos son un obstáculo.

En 1965, Singapur era un lugar aislado, una pequeña isla a la que dieron la independencia. Su futuro era tan deprimente que los líderes fueron a Malasia y le pidieron que por favor los absorbiera. Malasia los rechazó. En agosto de 1965 el Sydney Morning Herald dijo: “Un Singapur independiente no era viable hace tres años. No hay nada en la situación actual que sugiera que es más viable hoy”. Singapur se dio a la tarea de educar a su gente, reformar su gobierno, atraer conocimiento y ponerse a trabajar. En 1975, General Electric era el patrono más grande en Singapur, cuyos residentes eran reconocidos como buenos productores de aparatos electrónicos. En 1985, Singapur producía $8.116 por persona, mientras sus excolonizadores, Gran Bretaña, producían $11.237. En 1999 Singapur era un 2% más rico que Gran Bretaña.

Obviamente, Marx se equivocó. Pero su equivocación va mucho más allá del modelo de planificación equivocado. Le faltó el más importante factor de la producción: el conocimiento. Para países en desarrollo, seguir invirtiendo primariamente en cosas que se pueden ver y tocar es una necedad. En 1998, el 67% de la economía global eran servicios; en 1960 representaban tan solo el 34%. Los servicios son, cada vez más, basados en conocimiento (y tecnología, cuyo desarrollo no es más que conocimiento puro).

Luego de inventar el arado, fuimos campesinos por 5.000 años, para luego manejar fábricas por 150 años; ahora estamos en el negocio de las ideas: ¡hacemos plata manipulado neuronas! Conforme los productos se estandarizan y se producen en masa, el componente del conocimiento se torna más importante y el componente de trabajo (mano de obra) menos importante. Por ejemplo, en la producción de automóviles, los costos de transporte y seguros son mayores que los costos del acero y la mano de obra.

La buena noticia es que el cuento aquel de que Costa Rica es pobre por ser chiquitilla y no tener ni petróleo ni oro ni ningún recurso natural que podamos sacar del piso y vender, no es más que eso, un cuento. La mala noticia es que en la economía del conocimiento, la educación es la diferencia entre los ganadores y los perdedores. El deterioro sostenido, durante 30 años, de la educación nacional debe ser detenido y revertido.

Artículo publicado en el periódico La Nación