Privacidad y transparencia

Julio 7, 2002 - Publicaciones

Compartir

La era de la información nos trae un alto grado de conectividad junto con grandes cantidades de información.

En esta era crece la cantidad de información y la facilidad para manipular y difundir dicha información. En términos generales, la información acerca de las actividades de las organizaciones se considera deseable que esté disponible, que sea pública, que las actividades de la organización sean transparentes. La información acerca de la gente, sin embargo, en términos generales, se considera confidencial, privada, secreta.

Irónicamente, como lo demostró un reportaje reciente de La Nación, en nuestro país pareciera más fácil conseguir información confidencial de una persona, que información pública de una organización.

Necesaria publicidad. En países con un mercado de valores, el término "empresa pública" no se refiere a empresas estatales, sino más bien a empresas privadas cuya información es pública. La transparencia contable es un requisito fundamental para el funcionamiento del mercado de valores. Es muy probable que las revelaciones recientes de grandes empresas dedicadas a "cocinar" los libros ha hecho más daño a la confianza de los inversionistas (y por ende al mercado) que los actos terroristas de 11 de setiembre.

Ahora bien, si la transparencia es tan importante para la vida y progreso de las organizaciones, ¿por qué se considera que la información personal debe ser privada?. De hecho, en muchos países, el solo concepto del número de cédula ha sido explícitamente prohibido debido al potencial que tiene de anular la privacidad del individuo. En los casos que conozco, el "enemigo" del cual se pretende proteger al individuo es siempre el Estado (no los vendedores de tarjetas de crédito).

Sin duda, en el caso de las organizaciones, hay información que debe permanecer confidencial durante algún tiempo. La fórmula utilizada para confeccionar un producto, la estrategia que seguirá este año para crecer a costa de la competencia, etc. La información confidencial no puede serlo de manera indefinida y, si el patrimonio de la empresa se negocia en bolsa, no puede incluir nada que determine la viabilidad financiera de la misma. La transparencia y la obligación de revelar los detalles financieros son siempre el punto de partida.

Derechos y deberes. En Costa Rica no tenemos un verdadero mercado de valores, la gran mayoría de las empresas prefieren financiarse con deuda con tal de no revelar sus finanzas de manera transparente. Las razones bien podrían ser culturales, pero también es posible que en muchos casos sean fiscales.

En el caso de los individuos, ¿cual es la información que debe permanecer confidencial? El "secreto bancario" (junto con el domiciliario, telefónico, etc.) solo lo puedo entender en un país de alta inseguridad ciudadana en el que la información de los activos de un individuo puede representar un peligro en manos de secuestradores y extorsionistas. La confidencialidad de las deudas de un individuo no tiene ningún sentido, a menos que se quieran proteger a los malos deudores.

Al final, la transparencia debe prevalecer. La sentencia del primer consultor gerencial de la historia (Maquiavelo) que dice "quien tenga la información tendrá el poder" pierde validez al hacer toda la información disponible para todo el mundo en tiempo real. La información secreta solo debe serlo por excepción debidamente justificada. La confidencialidad de la información deberá siempre ser decidida por el sujeto y no por terceros. Eso sí, los que opten por el secreto deberán ser excluidos de los mercados abiertos (como el de valores y el de crédito).

Artículo publicado en el periódico La Nación