Productividad personal

Junio 3, 2010 - Publicaciones

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años, a los programadores del Ministerio de Hacienda, nos medían la productividad. Era muy sencillo, la computadora (la única que tenía el Ministerio) indicaba cuántos programas habíamos escrito cada uno durante el mes, ese dato lo ponderaban por el grado de complejidad (o tamaño) de cada programa, resultando en una puntuación que medía, de una manera bastante objetiva, la productividad de cada uno.

Recuerdo, en esa época, discusiones estériles acerca de dicha medición. Algunos opinaban que era discriminatoria de dos maneras, primero porque al otro 99,9% de los empleados, como no ocupaban la computadora para trabajar, no les medían la productividad, y segundo porque se sospechaba que la información de productividad podía ser utilizada a la hora de otorgar ascensos, o peor aún, a la hora de asignar los programas más complejos o críticos. Otros opinábamos (todavía más perdidos) que la medición de la productividad hacía inminente la eliminación el reloj marcador.

Productividad personal. Desconozco cómo miden la productividad de los programadores hoy en día, pero como hoy casi todos los empleados de oficina utilizan computadoras para realizar sus trabajos, me imagino que ahora le miden la productividad personal, a todos, por igual. A menos, claro está, que los enemigos del progreso se hayan salido con la suya, en cuyo caso ya no le miden la productividad a nadie. La cultura del reloj marcador, es harina del mismo costal. Mientras no se mida la productividad personal, lo único que le queda al patrono es medir el tiempo que los empleados pasan físicamente en la empresa o institución.

En el seminario “Medios Sociales en los Negocios”, que el Club de Investigación Tecnológica y la Universidad Veritas realizamos la semana pasada, tanto los conferenciante nacionales como los internacionales coincidieron en los enormes beneficios que ofrecen a las organizaciones los medios sociales.

Las redes y otros medios sociales son utilizados por más de 1.000 millones de personas alrededor del mundo, solo en Costa Rica se estima en más de medio millón de usuarios y con crecimiento exponencial. Los beneficios no se limitan al mercadeo (aunque son vastos y obvios), también vimos casos de medios sociales utilizados en responsabilidad social empresarial, en desarrollo de productos, en soporte a usuarios, en reclutamiento de personal, y en colaboración interna.

Aparentemente, la idea de bloquear el acceso a los medios sociales, es bastante generalizada en este país de Dios. Dicha aberración tiene dos explicaciones: unos alegan la necesidad de ahorrar en ancho de banda, mientras otros alegan que los medios sociales son una fuente de distracción para los empleados.

Es cierto que en Costa Rica todavía existen empresas con ancho de banda por usuario (lo cual es la única manera razonable de medirla) insuficiente. El costo de tener anchos de banda aceptables en las organizaciones debería bajar sustancialmente con la apertura, pero aunque fuera más barato, la lógica detrás de la decisión de adquirir anchos de banda adecuados no parece incluir los costos en que se incurre y las oportunidades que se desperdician al no tenerlo.

Bloquear el acceso a los medios sociales para evitar que los empleados se distraigan, sugiere que los sistemas que utilizan los empleados para realizar su trabajo, no están midiendo la productividad personal (posiblemente porque utilizan varios sistemas y estos no están integrados). Si los patrones no conocen la productividad de los empleados y si no hay razones para confiar en su integridad profesional, entonces tienden a evitarse las distracciones y medirse el tiempo de presencia física de los empleados.

Riesgos. Es claro que los medios sociales ofrecen enormes oportunidades de creación de valor. Sin embargo, estimular su uso indiscriminado, sin estrategia, políticas y normas, es muy riesgoso. Bloquear el acceso como medida de mitigación del riesgo, es, cuando menos, bastante irracional.

Es obvio que el ancho de banda por usuario debe aumentarse de inmediato, y que debemos estudiar cuidadosamente en cuáles redes sociales participar, con qué estrategia y para lograr cuáles objetivos. El tamaño del fenómeno nos indica que sería altamente irresponsable ignorarlo. Es urgente incorporar los medios sociales dentro de la estrategia corporativa o institucional. Ya se han hecho demasiados intentos de tapar el sol con un dedo, todos con el mismo resultado.

Artículo publicado en el periódico La Nación