Riqueza tropical

Agosto 13, 2008 - Publicaciones

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A los que nos tocó ir a la escuela hace más de cuarenta años, nos mintieron. Nos dijeron que Costa Rica era un país pobre por ser pequeño, que con tan poca gente y tan poca tierra nunca íbamos a ser ricos. Para colmo, un país sin recursos minerales que se pudieran escarbar y vender. El panorama era bastante desalentador.

Durante esos años, recuerdo haber analizado con sumo cuidado un globo terráqueo para descubrir que todos los países tropicales eran pobres. Si uno hacía una franja 10 ó 15 grados al norte y otro tanto al sur del Ecuador, le daba uno la vuelta al planeta sin encontrar un solo país medianamente rico.

Causas de pobreza. En vano pregunté el por qué de esta situación a cuantos me prestaron atención. Nadie me dijo que no sabía, pero las explicaciones eran un poco jaladas del pelo. La mayoría de las explicaciones tenían que ver con el clima, con la falta de invierno que crea el hábito del ahorro y con la falta de recursos minerales que se pudieran extraer fácilmente.

Si analizamos el globo terráqueo hoy, podríamos tampoco encontrar riqueza cerca del Ecuador, pero si el globo fuera suficientemente grande o lo analizá- ramos con lupa, descubriríamos a Singapur con sus 700 km² a 1 grado de latitud norte.

En 1966, cuando le dieron la independencia a Singapur, tanto el Times de Londres como el Sydney Morning Herald publicaron editoriales diciendo que eso era una barbaridad, que Singapur no era viable como país, no tenía recursos, tenían que importar hasta el agua. Eran muy, pero muy, pobres.

Hoy, para contrariedad de los que todavía repiten la necedad de la seguridad alimentaria, Singapur ostenta uno de los PIB per cápita más altos del mundo, como 8 veces más que el de Costa Rica. Es muy probable que la misma falta (total) de recursos haya sido la salvación de Singapur, ya que no perdieron el tiempo distorsionando su economía con proteccionismos a la producción local (porque no había) y reconocieron que su único recurso era la gente.

El camino correcto. Una vez realizado eso, me parece bastante obvio concluir que el ser humano es capaz de generar mucha más riqueza con la mente que con los músculos. Invertir en educación era el camino correcto.

A principios de los años 80 Steve Jobs contaba la anécdota de un estudio realizado en una de las prestigiosas universidades de Estados Unidos, en el cual se analizaba la eficiencia motriz de las diferentes especies (la distancia recorrida por unidad de energía). En este estudio, ganaron ampliamente las grandes aves, seguidos por los grandes felinos y en un octavo lugar, no muy honroso, aparecía el ser humano. Jobs entonces cuenta que al analizar al ser humano en bicicleta, este le ganaba todos y por mucho. Jobs, por supuesto, concluía que la Macintosh era al cerebro humano lo que la bicicleta era al cuerpo. Invertir en tecnología era el otro camino correcto.

En Singapur toda le gestión de tecnología del Estado está centralizada, de modo que no hay islas ni silos ni feudos de información. La dirección se establece centralmente, junto con estándares y arquitecturas; todos los directores de sistemas reportan a una agencia central junto con los arquitectos y los directores de proyectos. El desarrollo y la operación de los sistemas lo hace la empresa privada bajo contrato (“outsourcing”).

Singapur tiene hoy, probablemente, el gobierno más eficiente del mundo, pero eso es apenas la punta del iceberg. Liderando con el ejemplo, han desarrollado un dinámico ecosistema digital que produce $38.000 millones anuales en infocumunicaciones (riqueza digital), de los cuales exporta el 60%. En 1989, Singapur tenía 850 profesionales en infocomunicaciones, Costa Rica probablemente tenía más que eso. Hoy, Singapur tiene 140.000 profesionales en esas ramas, mientras nosotros tenemos menos de 40.000. Singapur tiene una penetración de Internet de banda ancha del 83% en los hogares, y una de telefonía celular del 132%. La altísima productividad tiene su asidero en el uso intensivo de la tecnología.

En Singapur todo funciona; allí descubrieron cómo producir riqueza en un país tropical: con educación y tecnología. Ellos Consideran denigrante para el ser humano realizar tareas que pueden ser automatizadas. Resulta ser que la riqueza tropical es digital.

Artículo publicado en el periódico La Nación