El software libre a que se refirió Alejandro Urbina es la mejor manera de eliminar, en lugar de resolver, el problema de la piratería de software. No creo que sea muy difícil establecer un fondo para cubrir el costo marginal de reemplazar todas las licencias de software pirateado por licencias de software libre. En cuestión de pocos meses, Costa Rica podría tener el 100% de software legítimo, sin gastar los millones de dólares que costaría poner a derecho todas las licencias instaladas.
Cuándo los usuarios tienen libertad de modificar y distribuir el software (software libre), el precio suele ser mucho menor. Según este modelo, el precio del software es función del costo (y no del antojo del dueño). Al diluirse los costos de producción y distribución entre muchos usuarios, el precio se torna (para efectos prácticos) solo función del costo variable (costo de reproducción, de instalación, etc.). Los cuantiosos costos de mercadeo y de persecución de la piratería desaparecen y los ahorros se traspasan a los usuarios.
Masa crítica. Para que este modelo de negocios funcione, el software debe ser útil para muchos usuarios, debe alcanzar masa crítica. El sistema operativo Linux y los programas de oficina StarOffice son buenos ejemplos de software que es útil para grandes cantidades de usuarios. Cuanto más especializado el software, más difícil aprovechar este modelo de negocios.
A mi juicio, la característica más importante del software libre no es que sea libre o barato, sino que es bueno. Por más libre que sea un software, si no funciona bien, no alcanza la masa crítica. Un soft- ware es bueno no solo por la ausencia de errores, sino también por la utilidad de sus funciones y la facilidad de uso (de nada me sirve un software repleto de funcionalidad que nunca voy a utilizar, o lleno de modos escondidos que obligan a cursos y manuales).
En los últimos 30 años se ha desarrollado mucho software, cuya gran mayoría es propietario. No quiero dar la idea de que el software propietario sea necesariamente malo o caro, pues lo hay muy bueno y algunos están comercialmente disponibles, incluso a precios razonables. Calculo, sin embargo, que la gran mayoría del soft- ware propietario bueno no está a la venta. Me refiero al software desarrollado internamente en empresas e instituciones alrededor del mundo, cuya calidad ha ido mejorando con los años; sin embargo, tiene los días contados.
Obsolescencia por tecnología. Empresas e instituciones en todo el mundo desechan software a diario, una cantidad importante del cual no es malo; al contrario, es bueno pero obsoleto. El software se torna obsoleto (se pone malo, pese a no contar con material que se deteriore) no por el soft- ware en sí, sino por la tecnología (lenguaje y hardware) utilizada en su construcción. El reemplazo de software bueno con tecnología antigua por paquetes de software regular con penúltima tecnología (los paquetes, por ser paquetes, no utilizan última tecnología) no es siempre la mejor alternativa.
El software bueno puede (y debe) preservarse. La tecnología de conversión automática (migración) de software permite hoy solventar la obsolescencia momentánea. Es posible convertir un software bueno con tecnología antigua en software bueno con última tecnología. Si, además, los dueños de semejante software decidieran liberarlo (publicar el código fuente), vemos como una inversión hecha hace (y durante) muchos años puede tener un rédito adicional muy interesante. El concepto del rédito adicional sobre la inversión original de software amerita detenida atención.
Artículo publicado en el periódico La Nación