Durante décadas se creyó que la tecnología, y en especial la tecnología de información (TI), era estratégica para cualquier empresa o institución que quisiera lograr una ventaja comparativa. Los proveedores de dichas tecnologías ciertamente promovían esa visión. Los excesos de finales del siglo pasado ("exuberancia irracional"), seguidos del reventón de la burbuja creada por dichos excesos llevaron a muchos a cuestionar la sabiduría de continuar gastando e invirtiendo, casi sin control, en TI.
En mayo del 2003, Nicholas Carr, entonces editor ejecutivo de Harvard Business Review (HBR), publicó uno de los artículos más controversiales del los últimos años: "La TI ya no es importante" ("IT Doesn"t Matter"). En este artículo Carr hace una analogía entre el desarrollo de la TI y el desarrollo de otras tecnologías disruptivas, como la electricidad, el ferrocarril y el teléfono. De ese análisis, Carr concluye, que, al igual que las otras tecnologías, la TI ofreció una ventaja competitiva al inicio de su desarrollo, pero que ya adquirió estatus de producto básico (commodity), es decir que, como todos tienen acceso a las mismas tecnologías, no es posible obtener ventaja duradera y, por lo tanto, la mejor estrategia es la de menor costo y menor riesgo. Agrega también que ha llegado el momento en que innovar es peligroso y, por lo general, mal negocio, es mucho mejor ser seguidores que innovadores.
No hay contradicción. La reacción enardecida de todos los rincones del planeta no se hizo esperar. En la edición de junio del 2003 HBR publicó cartas contradiciendo a Carr de connotadas personalidades del mundo tecnológico, como Paul Strasmann, John Seely Brown, John Hagel III, Warren McFarlan y Richard Nolan. Los argumentos en contra de Carr variaron mucho en su contenido y si vehemencia. En la misma edición aparece al final la respuesta de Carr a sus detractores, en la que dice no encontrar nada en las explicaciones que contradiga su argumento.
En julio del 2003, presenté un recuento de la controversia en esta página e hice hincapié en la importancia estratégica que, a mi juicio, tiene la TI para el desarrollo del país. En dicho artículo aproveché la oportunidad, ya que estaban en busca del nuevo ministro de Ciencia y Tecnología, para pedir al Gobierno que se pronunciara acerca de la importancia de la TI (igual podría haberle pedido que se pronunciara acerca de la de la química organometálica o de la sinrazón del contrasentido).
No es suficiente. En todo caso, en el 2004, HBS Press publicó el libro de Carr Does IT Matter?, con el subtítulo: "Tecnología de Información y la corrosión de la ventaja competitiva". Este año ediciones Urano publicó la traducción al español. En este libro, Carr expande en sus ideas originales y aborda con cierto detalle todos los temas de sus que detractores han planteado. La controversia no parece haberse disipado. La industria de la TI insiste en que la TI es fuente de ventaja competitiva, pero también admite que la tecnología, si bien es necesaria, no es suficiente. La tecnología de punta a solas es, cada vez menos capaz de brindar una ventaja, es la manera de utilizar la tecnología lo que brinda ventaja, son los procesos del negocio y la gente encargada de ejecutar esos procesos (apoyados por la tecnología) lo que puede finalmente brindar una ventaja. Ah, pero la ventaja no es sostenible ya que los competidores la pueden adquirir muy pronto, y más barata por no ser pioneros. y sigue la discusión.
En el Club de Investigación Tecnológica consideramos que esta discusión es sumamente importante y enriquecedora. Por este motivo nos hemos aliado con INCAE y El Financiero para traer a Nick Carr a Costa Rica el próximo 24 de agosto. La actividad tendrá formato de debate, el contrincante será el único hijo de mi mamá que no es hermano mío y el moderador será Roberto Artavia, rector del INCAE. En el debate trataremos de tropicalizar la discusión alrededor de nuestra realidad, abordaremos el tema de la competitividad de nuestras empresas e instituciones y también la competitividad del país en su conjunto. Debe destacarse que la actividad es patrocinada por las grandes empresas de tecnología (y el banco local más grande) que, lejos de tener miedo al tema, quieren que se discuta y promueva su entendimiento.
Artículo publicado en el periódico La Nación