Trabajadores del conocimiento

Julio 18, 2004 - Publicaciones

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Los trabajadores del conocimiento no necesariamente usan cuello blanco; es más, la mayoría no usan cuello del todo. Cuando don Orlando Morales se refería a "ganarse el pan con el sudor de la mente", se refería a los trabajadores del conocimiento. Hace solo unas decenas de años, eran una minoría, hoy los vemos por todas partes. La industria de los servicios, nuevo motor de la economía, no podría crecer sin ellos.

Utilizar el conocimiento como herramienta básica en las labores diarias es tan solo una pequeña parte del quehacer de los trabajadores del conocimiento, para quienes no hay paz y tranquilidad, no hay fin al aprendizaje, no hay futuro asegurado, no hay laureles sobre los cuales dormirse. El conocimiento no tiene fin ni límites, los trabajadores de hoy deben aprender constantemente; de hecho es globalmente aceptado que la única ventaja competitiva sostenible que puede tener una organización es aprender más rápido que sus competidores.

Cada vez mejor. Las organizaciones que aprenden no son solo las que se dedican a los servicios y labores de oficina. Si aceptamos que lo único que hacen es repetir procesos: las que tienen asegurado su futuro son las que siempre que ejecutan un proceso lo hacen mejor que la vez anterior. Las que no aprenden están pobladas por gente (con cuello o sin él) que van al trabajo a "ver qué pasa" en lugar de ir al trabajo a "hacer que pase".

Para aprender constantemente, es necesario administrar el conocimiento, crear constantemente nuevo conocimiento, compartirlo, diseminarlo y, sobre todo, utilizarlo adecuadamente. De lo que he podido averiguar recientemente, es BP (British Petroleum) la que va a la cabeza. Durante los últimos 15 años, bajo el liderazgo de John Browne, BP ha pasado de ser una mediocre empresa petrolera británica, a ser una de las mejores empresas (de cualquier manera que se la mida) en el mundo. La administración del conocimiento, en áreas tan diversas, y no de oficina, como la exploración petrolera y la venta al detalle en estaciones de servicio ha sido en todo momento impulsada y dirigida por Browne. Para ello ha invertido fuerte en tecnología y ha insistido que las decenas de miles de trabajadores sean tratados como seres y no como recursos humanos.

De clase mundial. La industria del software es reconocida por ser más intensiva en conocimiento. Los trabajadores del software (de los cuales Costa Rica tiene muchos de clase mundial) no solo utilizan el conocimiento en su trabajo, sino que deben plasmarlo en él. Al escribir un programa (en un lenguaje de programación) no solo dejamos escrito nuestro conocimiento técnico (del lenguaje y la máquina), sino, más importante, dejamos escrito nuestro entendimiento del problema que queremos resolver con el programa. Los programas no están sujetos a interpretaciones (como lo es el texto escrito en lenguaje natural), programas de calidad (como los que se escriben en Costa Rica) son útiles, amigables y confiables (no se "traban"). Con el conocimiento que se deja plasmado en un programa no hay quite, la calidad (o falta de) del software es obvia. En un futuro no muy lejano, el precio del software será función de su calidad.

En una industria de clase mundial, con trabajadores del conocimiento de clase mundial, es imperioso contar con servicios de soporte de clase mundial. No es posible desarrollar nuestra industria de software con modelos de ventas basados en el ruido, o con sistemas de administración que miden el tiempo que pasa el programador en la oficina en lugar de medir su producción. Los programadores son solo el ejemplo; todos los trabajadores del conocimiento son el futuro del mundo. Los trogloditas que insisten en tratar a los trabajadores del conocimiento como peones no tienen futuro

Artículo publicado en el periódico La Nación