¿Será la capacidad de sorprendernos inversamente proporcional a la información y el conocimiento que hemos acumulado? O sea, cuanto más sabemos y entendemos, menor es la probabilidad de sorprendernos. ¿O será que la información y el conocimiento nos hacen más proclives a las sorpresas?
Raymond Kurzweil asegura que en este siglo produciremos más conocimiento que en los 20 siglos anteriores (no sé cómo medirá el la cantidad de conocimiento, pero intuyo que no debe andar muy perdido). Esto hace más sentido si consideramos que la materia prima para producir conocimiento es el conocimiento anterior, o sea, cuanto más sabemos, más conocimiento nuevo podemos producir. Esa es, obviamente, una función exponencial que, por lo menos en parte, explica el vertiginoso desarrollo científico y tecnológico que nos ha tocado presenciar.
Las sorpresas intelectuales son muy agradables, son momentos en los que aprendemos algo nuevo que, al reflexionar, sentimos era obvio, es cuando “cae la peseta” y el mundo se torna un poquito más entendible, o tal vez, menos confuso.
Por eso es tan placentero presenciar el desarrollo intelectual de un niño, los niños pequeños no paran de sorprenderse, todo lo que ven, oyen y sienten es nuevo. La continua sorpresa que viven los niños pequeños nos podría llevar a concluir que cuanto menos sepamos más nos sorprenderemos, y que los viejos, por más curiosos que seamos, estamos condenados a disfrutar menos sorpresas.
Pero también es posible que cuanto más sabemos y entendemos, mayor capacidad de sorpresa desarrollamos. Es posible que al principio el poco conocimiento que tiene un niño haga que todo conocimiento nuevo cause sorpresa, pero después de cierto punto, cuando hemos acumulado cierta cantidad de entendimiento, perdemos la capacidad de sorprendernos, a menos que seamos curiosos y/o estudiosos para seguir averiguando y aprendiendo cosas nuevas. Todo parece indicar que la curiosidad, el estudio y el esfuerzo de aprender nos devuelven, con creces, la capacidad de asombro.
Próximamente estaremos realizando, por cuarto año consecutivo, TEDxPuraVida, evento que promete sorprendernos. Las sorpresas que se dan todos los años en este evento, que yo llamo de entretenimiento intelectual, se produce, solo en parte, por los expositores. Una parte muy importante del asombro que se produce en este evento se debe a los asistentes. Los asistentes, a los eventos TEDx han sido descritos como: educados, cultos y curiosos.
Para mi no hay duda que durante este evento, que ofrece más de veinte presentaciones de muy alta calidad, lo que sucede fuera del escenario es tan importante como lo que sucede en él. Casi setecientas personas, autoseleccionadas por su curiosidad, se dan cita para escuchar ideas que valen la pena compartir. Los recesos son adrede largos, durante los cuales asistentes y expositores tienen la oportunidad de sorprenderse los unos a los otros con más y mejores ideas.
Costa Rica ha sido un terreno tan fértil para TEDx porque hay mucha gente educada, culta y curiosa (el año pasado tuvimos 32.500 seguidores por Internet). El amor por el conocimiento, parte importante de nuestra cultura, nos aumenta la capacidad de sorpresa.
Estos amigos de TEDx, sin duda, obtienen valor del evento, pero también agregan valor.
Durante los 25 años que hemos estado operando el Club de Investigación Tecnológica hemos podido constatar que, con solo reunir a un grupo de gente excepcional, se producen resultados sorprendentes, y los asombrados somos todos, organizadores y participantes.