Los países desarrollados dependen críticamente de la innovación tecnológica para sostenerse. Tal innovación se sustenta fuertemente en las ingenierías y las tecnologías, que se basan en la ciencia y la matemática. La innovación la hace la gente, educada, en ambientes que propician la inventiva, la experimentación, el emprendimiento y el tomar riesgos.
En países como Estados Unidos, ha habido una caída en los estudiantes matriculados en carreras de ingenierías, tecnologías y ciencias. Allí, en Informática, hoy estudian la mitad de los que hace 15 años y más del 55% de los estudiantes de posgrado son extranjeros, notablemente de Asia. No se están despertando vocaciones en los colegios, para que suficientes jóvenes aspiren a estudiar estas carreras.
En Europa, el problema es también demográfico: hay menos jóvenes. Un país que precia y premia la tecnología, Alemania, requiere importar millares de ingenieros y tecnólogos para sostener su industria innovadora.
En Costa Rica, solo el 13% de los graduados universitarios lo hace en carreras de ciencias o ingenierías. Lograremos mejorar la calidad de vida con gente mejor educada. De eso dependen nuestra capacidad exportadora, de atracción de inversión, de mejora de productividad y de sostenibilidad ambiental. Bienvenida sea una reforma en la educación matemática en escuelas y colegios, que motive al descubrimiento, a experimentar, a relacionar lo cuantitativo con la vida cotidiana… al disfrute del conocimiento. Ojalá la UCR logre llevar adelante los cambios que impulsaba la vicerrectora Libia Herrero con varias escuelas, para impactar la forma de enseñar las ciencias y la matemática en colegios. Sueño con que espantemos de la escuela al coco de las ciencias y las matemáticas y plantemos como aspiración de niños y niñas a la ingeniera, al científico, al tecnólogo. Nos queda de tarea reeducar y entusiasmar a los maestros.
Artículo publicado en el periódico El Financiero
