Ciudades con inteligencia

Noviembre 17, 2022 - Noticias, Publicaciones

Compartir

Si bien es difícil imaginar cómo una ciudad puede ser inteligente, no lo es pensar en maneras para que lo sean en ciertos aspectos de la vida citadina.

Es posible controlar el flujo vehicular con cámaras que muestran dónde están los vehículos y a qué velocidad se mueven, y optimizar una función, como por ejemplo por kilómetros por hora o consumo de combustible. El sistema controlaría además los semáforos a fin de evitar, entre otras situaciones, vehículos en fila ante la luz roja mientras en el otro sentido no pasa ninguno.

El sistema podría automatizar la reversibilidad a ciertas horas —cuando el volumen de autos es mucho mayor en un sentido que en otro— y las luces de la ciudad para contribuir a la seguridad y la reducción del consumo de energía.

Con suficientes sensores e interruptores se les saca mayor provecho a servicios básicos como agua, luz, seguridad y recolección de basura, incluso se detectan basureros desbordados o “ciudadanos” que lanzan desechos al suelo para tomar medidas inmediatas. Cámaras provistas de inteligencia artificial son capaces de identificar peligros para la seguridad y solicitar la verificación humana en tiempo real.

Es evidente que una ciudad con inteligencia se torna en un lugar más agradable para vivir y visitar. La antigua estrategia de conseguir presupuesto para efectuar una licitación con el objetivo de adquirir la tecnología y luego capacitar a los funcionarios para operarla durante un lapso muy corto, mientras esta cae en la obsolescencia, está superada. Es mejor contratar el servicio, exigir calidad y pagar una vez confirmado esto último.

Marchamo y revisión vehicular

Recientemente se anunció, como todos los años, la emisión de más de un millón de marchamos, cuyo costo no es cero y cuyos usuarios, con cierta frecuencia, lo pegamos mal en el parabrisas. Lo peor de los marchamos es, sin embargo, que no sirven para identificar a los que no han pagado el derecho de circulación, sobre todo, si el carro se mueve a 30 kilómetros por hora.

Lo mismo sucede en lo que respecta a la revisión vehicular, otro papel que pegar en el parabrisas, que debería servir para descubrir a quienes no pasan el chequeo anual, pero que en la práctica no cumple esa función.

El reconocimiento del número de placa (LPR, por sus siglas en inglés) fue inventado en Inglaterra en 1976, no es tecnología nueva. Las cámaras requeridas eran muy caras y grandes, pero en este momento no. La complicación hoy es que existen numerosas tecnologías con las cuales poner en funcionamiento el LPR muy eficientemente. La necesidad de mantener la confidencialidad de los datos es lógica, mas no es difícil de lograrlo, por ejemplo, con un sistema centralizado que responda solamente sí o no en tiempo real.

Imagino un sistema, ya sea basado en cámaras o sensores en los vehículos, o en las placas de estos, capaz de detectar en el momento si un vehículo está al día en el pago del marchamo y la revisión técnica, o si está reportado como robado.

La respuesta tradicional a cualquiera de estas situaciones sería notificar a las autoridades cercanas para que actúen como corresponde. El problema es que no pueden responder en tiempo real.

Resultados

En una ciudad “inteligente”, imagino gasolineras en las que la bomba no funciona si la placa del vehículo aparece en una de las listas de vehículos que no deberían circular. Lo mismo sucedería en estaciones de peaje y lugares claves de acceso a la ciudad.

Todos sabemos que en Costa Rica miles de vehículos circulan sin marchamo o sin la revisión técnica, y también estoy seguro de que debe haber cientos de vehículos robados rodando como si nada.

Si se licitara un sistema semejante, los indicadores de calidad del servicio serían una rebaja continua de autos sin marchamo y sin revisión, un indicador muy bajo de falsos positivos (vehículos en la lista que no deberían estar) y tiempos establecidos para reportar los incidentes a las autoridades para lidiar con el dueño del automotor que no puede pasar por el peaje o al que no se le puede vender combustible.

Ignoro si el resultado de un sistema así dé como resultado menos vehículos circulando, una mejora en la calidad del transporte o un aumento considerable en la recaudación de impuestos a final de año, pero en cualquier caso son buenas noticias. Estoy seguro de que los que siempre pagan el marchamo y la revisión están cansados de subsidiar a los que no cumplen con estas obligaciones.

Artículo publicado en el periódico La Nación

Agregue un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *