El programa de Gobierno Digital se inició en Costa Rica en el año 2000 (tal vez se llamaba “Gobierno Electrónico”, no estoy seguro). En todo caso, luego de muchas discusiones se definieron tres proyectos prioritarios: compras públicas, recaudación de impuestos y correo electrónico gratis para todos los costarricenses (costarricense.com). La lógica de esta elección era obvia: los primeros dos proyectos producirían los recursos para financiar todos los demás proyectos por muchos años.
Hace ya 14 años, estaban bien documentados los beneficios de efectuar compras en línea: se estimaba entre el 7% y 15% del monto de las compras. En 1995, General Electric implementó el sistema de compras en línea TPN y logró un ahorro de $100 millones en el primer año, debido a menores precios en la compra de los insumos para sus fábricas. La estimación del ahorro se basaba en la experiencia internacional, la cual mostraba que, al haber mayor cantidad de ofertas, se producen siempre menores precios. A su vez, la mayor cantidad de ofertas se lograba con códigos únicos de producto estandarizados que pudieran ser entendidos en cualquier lugar del planeta, y por el alcance inusitado de la Internet para publicitar concursos. En ese tiempo, la contratación administrativa sumaba cerca del 10% del PIB, de manera que, si se lograba un 10% de ahorro en las compras, se esperaban beneficios anuales cercanos al 1% del PIB.
En el año 2001, el Gobierno de México ofrece regalar al Ministerio de Hacienda el sistema de compras que ya ellos operaban, pero, como la implementación costaría varios millones de dólares, el Ministerio decidió contratar a una empresa local para desarrollarlo desde cero. Ahí nace CompraRed.
En el 2007, ya con la Secretaría de Gobierno Digital funcionando bajo el liderazgo del vicepresidente de la República, y dado que el sistema de compras operado por el Ministerio de Hacienda era utilizado muy poco y no había dado resultados tangibles (como más oferentes y/o menores precios), se decide aceptar la oferta de donación del Gobierno de Corea que operaba el sistema de compras públicas reconocido como el mejor del mundo, y pagar $13 millones por la implementación. Ahí nació Mer-Link y, a la vez, la pugna con el Ministerio de Hacienda.
Diferencias abismales
Las diferencias entre los dos sistemas son abismales. CompraRed ni siquiera cuenta con un código único para cada producto, sino que cada producto tiene tantos códigos como usos pueda tener, para lo cual hay funcionarios con discreción y autoridad para crear códigos. Mer-Link, en cambio, utiliza el código de productos de las Naciones Unidas. CompraRed acepta ofertas de papel, mientras que Mer-Link es 100% digital. CompraRed no automatiza todo el ciclo de la compra, termina con la adjudicación, mientras que Mer-link automatiza todo el proceso hasta terminar el contrato. CompraRed no alimenta automáticamente el expediente electrónico, sino que existen documentos en papel (recientemente salió a la luz una denuncia del Archivo Nacional en este sentido). En Mer-link, el expediente se genera de manera automática. En CompraRed los funcionarios de las proveedurías aún mantienen la potestad de invitar a los oferentes, mientras que Mer-Link invita automáticamente a todos los proveedores registrados con el código de producto que se desea adquirir.
Estas son solo algunas de las diferencias más importantes, pero, como lo indicó el exministro Ayales en un reciente reportaje de La Nación , los mandos medios se dedicaron a entorpecer el proceso. Hubo reuniones semanales de coordinación de la migración durante más de un año, llegando a estar todo preparado para iniciarse en abril pasado. Supuestamente, el propósito de entorpecer el proceso era esperar a que, en un cambio de gobierno, se pudiera echar todo para atrás.
El nuevo Gobierno tiene seis meses de estar estudiando el asunto, y parece que lo van a estudiar un poco más. El costo de oportunidad ocasionado por esta pugna sin sentido alcanza varios puntos porcentuales del PIB. “No puede ser” es una de las frases más utilizadas en este país, pero sigue “siendo”.
Artículo publicado en el periódico La Nación