Con cierta frecuencia oímos hablar de la convergencia tecnológica (o convergencia de tecnologías o de redes). Si lo investigamos, vemos que no se trata de una moda. La convergencia se puede analizar por lo menos en dos contextos muy diferentes, ambos importantes.
Diferentes tecnologías se han desarrollado a partir de diferentes ramas de la ciencia, algunas de ellas han formado combinaciones sinérgicas en las que se benefician mutuamente acelerando el desarrollo de las diferentes tecnologías. En particular se utiliza el término para referirse a la combinación e las cuatro grandes (NBIC) provincias de la ciencia y la tecnología, todas desarrollándose actualmente a grandes velocidades: (N) nanociencia y nanotecnología, (B) biotecnología y biomedicina, incluyendo ingeniería genética, (I) tecnologías de información, incluyendo computación avanzada y comunicaciones, y (C) ciencia cognoscitiva, incluyendo ciencia neurocognoscitiva.
Esta convergencia está basada en la unidad material en la nanoescala y en la integración de las tecnologías a partir de dicha escala. En la etapa actual de la evolución de los logros técnicos es posible lograr mejoras en el desempeño del ser humano a partir de la integración de tecnologías. Por esta razón la National Science Foundation ha patrocinado al World Technology Evaluation Center para la publicación de un detallado informe acerca de las posibilidades y los retos de la convergencia.
Si bien esta convergencia es fascinante, y en Costa Rica hay gente muy talentosa trabajando en las diferentes ciencias y tecnologías en convergencia, el término, en nuestro medio, se utiliza mayoritariamente en el contexto de las tecnologías de comunicación.
Suplantación rápida. En las tecnologías de comunicación vemos una convergencia de servicios y dispositivos que antes se prestaban por medios diferentes y en dispositivos diferentes, tendientes a un solo dispositivo. El más claro ejemplo es el teléfono celular, en el cual están convergiendo las cámaras fotográficas, los reproductores de música, las calculadoras, las agendas y hasta los dispositivos de posicionamiento global. Para este año están vaticinando la caída estrepitosa del increíblemente exitoso iPod, víctima de la convergencia hacia los celulares.
Pero el término se utiliza también en otro contexto tal vez no tan claro. Con frecuencia oímos hablar de convergencia referida a la convergencia de las redes de comunicación que antes distribuían el teléfono (fijo y móvil), la televisión (por cable) y los datos (Internet). En este contexto me parece que el término convergencia no aplica, puesto que aunque es cierto que todos los servicios mencionados (y vendrán otros) tienden a ser distribuidos por la misma red, no es cierto que las redes o las tecnologías estén convergiendo. Lo que estamos viendo es una suplantación, rápida y efectiva, de todas las demás redes por la red de redes (Internet).
Internet está basada en el protocolo IP (Internet Protocol) el cual es primero, estándar (todos los proveedores y usuarios lo utilizamos), y segundo, mucho más eficiente por ser basado en enrutadores y paquetes en lugar de centrales y circuitos. En alguna ocasión alguien me reclamó cunado escribí que la tecnología de centrales y circuitos ya pasó a mejor vida, el alegato sin sentido es que hay que amortizar las inversiones instaladas. Lo que está obsoleto, está obsoleto y no hay ninguna cantidad de razonamientos rebuscados que vayan a cambiar esa realidad. Cuanto más tardemos en realizar los cambios, peor para todos (las empresas proveedoras de servicios de telecomunicación y sus usuarios). Ya hay varios países de Europa (con una mucho mayor capacidad instalada obsoleta) que han anunciado que para el 2010, toda su infraestructura será IP.
La visión correcta. Las diferencias en tarifas entre las tecnologías basadas en circuitos (telefonía tradicional) y las de Internet, no son casualidad ni evidencia de que las empresas telefónicas tradicionales nos estaban estafando (por lo menos, no mucho). Las diferencias en tarifas reflejan las diferencias en la eficiencia de las tecnologías (y la mayor competencia). La disponibilidad de banda ancha en los hogares y empresas hacen mucho más eficiente la entrega de toda una variedad de servicios, incluyendo televisión que antes se distribuía por cable, ahora todo llega por la conexión IP de banda ancha.
Hace más de cinco años, el entonces ministro de Ciencia y Tecnología, Guy de Téramond, tuvo la visión correcta; por variar, el país se movió muy despacio. No es razonable esperar que los proveedores de las tecnologías obsoletas se crucen de brazos y vean su negocio desaparecer, pero sí es razonable esperar que los que nos beneficiaremos con la nueva tecnología exijamos el reemplazo, y pronto.
El mismo concepto de banda ancha ha cambiado en los últimos años. Recientemente vimos en un evento de Gobierno Digital que Corea de Sur tiene hoy en día conectados un 70% de los hogares y casi un 100% de las empresas con banda ancha. Con la salvedad de que ellos consideran banda ancha velocidades de acceso entre 8 y 100 megabits por segundo. Aquí a los más pudientes les ofrecemos 4 megabits.
Artículo publicado en el periódico La Nación