No hay duda de que la invención del dinero fue, en su momento, un gran avance para la humanidad. Durante miles de años, el dinero físico (papel y monedas) fue la base del funcionamiento de la economía mundial. En los últimos 40 años (un pestañear en el tiempo) se ha dado el inexorable proceso de digitalización del dinero.
Durante varias décadas, el dinero digital estuvo limitado a las grandes transacciones de empresas, Gobiernos e inversionistas. Hoy, sin embargo, el dinero digital está disponible para casi todos los ciudadanos. El impacto económico del dinero digital apenas lo estamos empezando a entender, y promete ser mucho mayor a lo sospechado.
En cualquier banco del mundo conocen, con lujo de detalles, las diferencias del costo de una transacción en ventanilla, en cajero automático o en punto de venta, pero muy pocos conocen el costo de una transacción en efectivo entre dos ciudadanos. El efectivo, a pesar del enorme valor que ha tenido a través de la historia, se ha convertido en un lastre muy caro y controversial. El efectivo hay que imprimirlo con toda clase de medidas de seguridad para tratar de disuadir a los falsificadores y, luego, hay que cuidarlo, transportarlo, contarlo, volverlo a transportar y contar innumerables veces hasta que, un día, se destruye.
Ciclo típico
El ciclo típico, y un tanto desquiciado, consiste en algo así: el empleado, tras recibir su salario en cuenta bancaria, retira el dinero del cajero automático y va al comercio a gastarlo; el comerciante, al día siguiente, va al banco a depositarlo; el banco lo cuenta, lo cuida y lo transporta de vuelta al cajero automático, y el ciclo continúa ad infinítum.
No hay la menor duda de que las transacciones en efectivo son las más caras. En Costa Rica, el 90% de las transacciones son en efectivo. Al sistema financiero le cuesta, según estimaciones del Banco Central, $500 millones al año mantener el efectivo dando vueltas.
Sin embargo, el costo del manejo del efectivo no es el mayor problema. El efectivo, en y por sí mismo, no es nefasto, pero habilita prácticas nefastas como la evasión fiscal, el lavado de dinero y todas las transacciones financieras ilegales y/o inmorales. Las transacciones financieras digitales proveen una trazabilidad perfecta (se conoce la identidad de las dos partes) y, por consiguiente, las autoridades tributarias (y judiciales) pueden asegurarse de que a nadie se le olvide declarar ingresos o invente gastos (eso ya sucede con las transacciones con tarjeta, y solo habría que ampliarlo a todas las transacciones digitales).
Reducción del efectivo
Actualmente, solo la gente que tiene una cuenta bancaria puede hacer transacciones digitales, y, sinceramente, hay pocas cosas tan complicadas como abrir una cuenta bancaria en Costa Rica. Afortunadamente, no estamos condenados a detener la evolución del dinero para perpetuar el efectivo entre la población no bancarizada. Tenemos la oportunidad de acelerar la evolución del dinero para reducir el efectivo drásticamente a corto plazo, gracias al proyecto que está desarrollando el Banco Central, en el cual todos podremos tener una cuenta bancaria asociada a un numero de teléfono y hacer pagos desde el teléfono con total facilidad, transparencia y seguridad.
Estamos en un punto muy importante de la evolución del dinero. Tenemos toda la tecnología disponible para eliminar el efectivo en el país, y esto traerá seguridad (el dinero digital es mucho más difícil de robar) y ahuyentará la evasión, el lavado y el narcotráfico. Claro que no será fácil, pero las recompensas son tan grandes que bien vale el esfuerzo.
En TEDxPuraVida 2014, el Club de Investigación Tecnológica presentó un video de 60 segundos con esta idea que queremos compartir, el video está aquí.
Muchas facetas
La implementación de una idea semejante puede tener muchas facetas: por ejemplo, una vez que se halle disponible la alternativa perfecta al efectivo, este puede desincentivarse con cargos por retiros y/o depósitos de sumas superiores a cierto monto. También se puede incentivar el uso de la nueva tecnología con rifas de alta visibilidad, por ejemplo, entre todas las transacciones digitales. Este es un terreno muy fértil para la imaginación (de lo cual este país no tiene ninguna escasez), con recompensas muy altas. Esperemos que no sea otra oportunidad desperdiciada.
Artículo publicado en el periódico La Nación