Cuando estudiamos la teoría de la evolución, todos nos preguntamos qué sigue después del homo sapiens, pero no insistimos demasiado en la pregunta porque presumimos que la respuesta tomaría otros millones de años en responderse.
El más reciente libro de Juan Enríquez, en esta ocasión junto a Steve Gullans, Evolving Ourselves nos obliga a retomar la pregunta.
Enríquez y Gullans nos presentan evidencia abrumadora en contra de la selección natural y de las mutaciones aleatorias. Los seres humanos, armados con asombrosas tecnologías, estamos interviniendo, directa e indirectamente, en la evolución.
En el menor de los casos, el libro nos lleva a serias y profundas reflexiones. Es el hombre, en mayor medida, quien decide qué vive, qué muere, cuándo y donde (selección artificial).
Las mutaciones aleatorias, supongo que todavía acontecen (insultos genéticos que suceden al azar), pero estamos cada día más en control de nuestro genoma. Poco a poco hemos hecho que sea más fácil y barato secuenciarlo (leer el orden y el tipo de genes de una persona).
Hace 14 años, la primera vez que se secuenció el genoma humano, costó $100 millones, hoy cuesta $1.000.
En pocos años, costará unos centavos, de tal modo que todos los niños recién nacidos tendrán su secuenciación antes de salir del hospital.
Pero no solo sabemos leer el genoma, ya lo estamos editando (o sea, escribiendo) con tecnologías como Crispr.
¿Cómo cambiará el curso de la historia de la humanidad si también le corrigen (editan) cualquier secuencia de genes no deseados?
Modificaciones visibles
La velocidad de los cambios genéticos que están operando en la humanidad es, para unos, alarmante; para otros, tan solo, impresionante.
Existe mucha evidencia estadística que apunta a rápidos cambios en el cuerpo y la mente de los seres humanos. Entre 1980 y el 2014 se duplicó la obesidad en el planeta; en EE. UU., entre el 2001 y el 2010, el autismo aumentó un 131%; hace 300 años casi ningún alérgico vivía lo suficiente para reproducirse. Hoy las alergias van en franco aumento (las alimentarias han crecido un 50% en la última década) y los alérgicos sobreviven y se reproducen pasando sus genes a la próxima generación.
Avances del desarrollo del ser humano, como cocinar la comida, las normas de aseo (bañarnos, cepillarnos los dientes, usar desodorantes, etc.) y la utilización (a veces sin control) de antibióticos, afectaron dramáticamente la cantidad y variedad de bacterias en nuestros cuerpos.
El resultado de esta variación bacteriana la vemos hoy no solo en nuestra salud dental sino en todo nuestro cuerpo y mente.
Rediseño
La biotecnología es una de las cuatro tecnologías en convergencia exponencial que está cambiando el mundo a velocidades que marean, y probablemente la menos entendida por la mayoría (en la cual me incluyo).
Juan y Steve hacen un gran trabajo de explicarnos las direcciones en que se está desarrollando la tecnología y plantean la posibilidad de utilizarla para rediseñar nuestros cuerpos para adaptarlos mejor a la inevitable colonización extraterrestre que ocurrirá en las próximas décadas.
Suena a ciencia ficción, pero la gran cantidad de evidencia empírica y científica, junto con la cuidadosa explicación (para los que nos cuesta) de las nuevas tecnologías, lo hacen a uno pensar dos veces. ¿Qué pensaría Darwin de todo esto?, imposible saberlo, pero se lo podremos preguntar a Juan, cuando nos acompañe a inicios de marzo del año entrante.
La verdad, siempre es bueno aprender cosas nuevas, por sorprendentes que sean, y ojalá podamos convertir en hábito el pensar dos veces.
Artículo publicado en el periódico La Nación