A nadie le gusta pagar impuestos, menos si tiene razón para creer que no todos pagan por igual, lo cual es ciertamente el caso en Costa Rica. Las noticias de febrero nos vaticinan nuevos impuestos, algunos con más lógica que otros, algunos más justos que otros, pero por ningún lado vemos cómo se va a hacer para que todos paguen por igual.
Desde hace 28 años (el descalabro fiscal empezó hace 36) tenemos razón para creer que si se eliminara la evasión, se balancearía el presupuesto; hoy esta creencia es todavía más justificada.
El proyecto Tic@ de aduanas ha demostrado cómo, utilizando tecnología, es posible aumentar la recaudación muy considerablemente. En tan solo seis meses en la aduana de Caldera y cuatro meses en la aduana central, la recaudación ha aumentado en más de ¢11.500 millones y se han logrado ahorros de comisiones bancarias por más de ¢150 millones. No solo se ha pagado solo el proyecto con creces, sino que una extrapolación conservadora del impacto de dicho sistema una vez que funcione en todas las aduanas sugiere que el aumento en ingresos del fisco será más del 30% de lo que se espera recaudar con el nuevo plan fiscal.
En Tributación, el impacto que puede tener la tecnología sobre la recaudación es todavía mayor, ya que en este caso no solo existe una elevada evasión, sino que también existe un enorme robo de impuestos. El impuesto de ventas que se cobra y no se tributa no es evasión, es robo.
Llama la atención que, si bien los datos del impacto del proyecto de aduanas son públicos, en las discusiones sobre el plan fiscal nunca se hayan mencionado y más aún que los problemas inherentes al impacto del plan fiscal en los sistemas de cómputo de todas las empresas se hayan ignorado.
Pretender que un mes después de aprobado el plan fiscal todas las empresas del país hayan cambiado sus sistemas contables para contabilizar el IVA, es ilógico e incluso irracional.
Artículo publicado en el periódico La Nación