Infraestructura que sí se puede construir

Septiembre 14, 2015 - Noticias, Publicaciones

Compartir

La velocidad de acceso a Internet es determinante en la decisión de los individuos de si usar la red de redes o no, tanto para estudiar como para trabajar o entretenerse.

Entre más rápido y consistente sea el acceso, mayor será la exploración y la indagatoria, mayor será el aprendizaje y más la cantidad de información (en todos sus formatos, incluidos video, texto, sonido y otros por inventar) que compartimos, en ambas direcciones.

Existe amplia evidencia del crecimiento del PIB correlacionado con la utilización de la banda ancha, la cual, si bien es cierto no puede inferirse causalidad de la correlación, está bastante claro cómo la conectividad nos hace a todos más productivos.

También hay amplia evidencia de que la única manera de que un país, como Costa Rica, llegue a ser desarrollado es aumentando la productividad (porque no es posible crecer significativamente ni el tamaño de las fincas ni de las fábricas, ni de la población).

Todos tenemos que producir más, con el mismo esfuerzo, el cual tampoco es realista aumentar significativamente.

Para llegar a niveles de riqueza de un país desarrollado, debemos triplicar nuestro PIB per cápita. Pasar décadas construyendo infraestructura vial, a un costo de miles de millones de dólares, es necesario, mas no suficiente. Debemos, además, multiplicar por diez nuestra utilización de Internet, en los próximos dos años, a un costo por lo menos diez veces menor.

Claro que no es fácil ni sencillo hacerlo, se requiere capacitación, innovación y una infraestructura digital. Para acceder a Internet a velocidades decentes se requiere una infraestructura digital, basada en fibra óptica.

Afortunadamente, ya Costa Rica cuenta con miles de kilómetros de fibra instalada, solo faltan (casi) todas las últimas millas.

Lo que queda es una obra civil de gran escala, es llevar la fibra de los nodos, los anillos y las centrales hasta los hogares y las oficinas. La propuesta del Micitt de establecer un millón de conexiones de fibra es lograble en dos años.

Labor del ICE

Yo no sé si el ICE puede construir infraestructura vial, pero de lo que sí estoy seguro es de que tiene capacidad para desarrollar la infraestructura digital que tanto necesitamos. El ICE puede, además, hacerlo rápido (el mundo no se queda quedito), porque es el dueño tanto de la red de Internet avanzada como de la gran mayoría de la fibra ya instalada.

El proyecto Range, en “marcha” desde hace por lo menos cinco años, es “muy poquito muy tarde” ( too little, too late ). Los informes sobre el estado de la Internet, que publica Akamai, demuestran que nuestra situación se ha estado deteriorando constantemente al punto de situarnos en el lugar 96 en el mundo.

Las tecnologías mixtas de cobre y fibra (como el proyecto Range) obligan a amortizar la inversión en muy poco tiempo, lo cual resulta en cobros muy altos para utilizar la infraestructura así construida.

La infraestructura de fibra óptica que necesitamos debe plantearse como una proyecto a largo plazo (30 años), lo cual resultará en peajes mucho más modestos que casi todos podremos pagar. Quienes no puedan costearlo deberán ser subsidiados por Fonatel.

La discusión sobre si los otros proveedores de servicios podrían utilizar esta infraestructura nacional es casi necia, pues en un mercado de muchos proveedores de servicio y un solo operador de la infraestructura el que gana es el usuario (léase el dueño de la infraestructura).

Esta gran obra civil requiere una enorme cantidad de trabajadores, con un nivel de especialización bajo o medio, lo cual, obviamente, el país está necesitando. Si el ICE emprende esta tarea, volverá a darle un enorme empujón al desarrollo nacional, como hace 60 años, solo que el impacto en lugar de sentirse en décadas se sentirá casi de inmediato.

No hay duda de que algún día (ojalá pronto) todas las casas y lugares de trabajo estarán conectadas a altas velocidades por medio de fibra óptica y tecnologías inalámbricas.

La inevitabilidad de la fibra viene, no tanto de su superior capacidad de transmisión como de la escasez del espectro electromagnético. No importa cuánto mejoren las tecnologías inalámbricas, siempre dependen de un recurso finito, el espectro. La mejor administración del espectro obliga a ofrecer una ruta alterna de gran capacidad que no nos limite en nuestro trabajo y aprendizaje.

Artículo publicado en el periódico La Nación

Agregue un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *