Por Ignacio Trejos
Antes de 1960, las computadoras y sus aplicaciones eran estrictamente secuenciales. Las interacciones entre el humano y estas se limitaban a cargar o indicar la fuente de los datos de entrada (tarjetas o cintas magnéticas), dar las órdenes de inicio de ejecución del programa y recoger las hojas impresas para llevárselas a quienes usarían los reportes.
La tecnología evolucionó, se usaron pantallas de rayos catódicos y teclados Qwerty como interfaces con las computadoras. Se inventaron dispositivos como elmouse y elstylus entre los pioneros.
Comenzó una búsqueda porque los seres humanos usemos la tecnología de manera más eficaz y eficiente. El diseño de la interacción es el estudio de la forma en que los seres humanos podemos utilizar los dispositivos interactuando con ellos, particularmente los medios digitales como las computadoras, teléfonos móviles, agendas digitales, videojuegos y otros.
En tales interacciones no todo es visible: hay “puntos de toque”, comportamientos, navegaciones, respuestas y retroalimentaciones involucradas en la interacción entre el ser humano y el producto o servicio. El usuario construye un modelo mental, aprovecha metáforas, manipula objetos, llegando incluso a hacer gestos que son interpretados por los componentes de interfaz externa del artefacto digital.
Con la evolución de las telecomunicaciones y las redes sociales, ahora los medios digitales permiten la interacción entre seres humanos uno a uno, uno a muchos y muchos a muchos, y a una escala global.
Todas estas posibilidades pueden ser diseñadas: elementos, contenidos, interconexiones, flujos y vistas pueden ser planeados antes de su construcción; pueden usarse prototipos, evaluaciones e iteraciones para aproximar y mejorar las características de los medios digitales en diseños centrados en el usuario.
Artículo publicado en el periódico El Financiero