Actualmente hay varios miles de millones de personas conectadas a la Internet, lo cual es, sin duda, muy bueno. Este número seguirá creciendo hasta llegar a cerca del total de la población mundial o, por lo menos, cerca del total de usuarios de telefonía celular. Nadie discute las bondades de la Internet o de su impacto en el crecimiento económico (cuando los usuarios cuentan con suficiente banda ancha).
Conectar todas las cosas
Pero la red de redes, como se conoce a la Internet, tiene mucho más potencial que el de conectar a todos los seres humanos (a través de redes y computadoras). La Internet, en los próximos años, va a conectar todas las cosas. Automóviles, electrodomésticos, abarrotes, cosas de todo tipo, están rápidamente adquiriendo la capacidad de conectarse, con mayor o menor grado de sofisticación. Las cosas menos sofisticadas se conectarán únicamente para indicar que están disponibles y poder ser accionadas de manera remota. Por ejemplo, en países de clima extremo será posible, a través del teléfono celular, encender la calefacción o el aire acondicionado en exactamente el mejor momento para que, cuando uno llegue a la casa, la temperatura sea la deseada. También se podrán encender y apagar las luces de la casa, conforme la gente camina por ella (tal vez, el reloj, o el teléfono de la persona, va indicando “aquí voy”).
La adquisición que hizo Google recientemente de la empresa Nest es muy indicativa de ls que está sucediendo (ya no es lo que va a suceder). Nest se especializa en producir dispositivos para el hogar como termostatos, alarmas de fuego, etc.
Los dispositivos más sofisticados (como automóviles o teléfonos) pueden interactuar diciendo dónde se encuentran y en qué estado se hallan. Los automóviles (por supuesto, sin chofer) están siempre conectados, de manera que no se produzcan presas ni choques, ya que siempre están indicando dónde se encuentran, a qué velocidad viajan y adónde se dirigen (por ejemplo). Si, por algún desperfecto del software (estupidez congénita), un automóvil se estacionara en una línea amarilla, el parte y la grúa remolcadora no se haría esperar, pues todo está conectado.
Producción industrial
La producción industrial se va a beneficiar también muchísimo de la Internet de las cosas. La producción no tiene por qué depender únicamente de variables internas a la fábrica, ahora es posible que las máquinas estén conectadas al resto del mundo, es posible reaccionar en tiempo real. El análisis de datos (ahora le llaman “inteligencia de negocios”) va a ser mucho más rico y útil, ya que analizarán muchos más datos en tiempo real, resultado de la interconexión de todas las cosas.
Teletrabajo
Respecto al teletrabajo, si se pensara un poquito en que todos los empleados de oficina tienen dispositivos electrónicos inteligentes propios, y si, en lugar de discutir si conectamos dichos dispositivos a la red institucional (o corporativa), los utilizáramos para conocer ubicación geográfica y otras variables de situación (como temperatura, ruido, humedad, etc.), podríamos derrotar a los jefes trogloditas que niegan el teletrabajo porque quieren saber siempre dónde están y qué están haciendo los trabajadores.
Todos los trabajos de distribución (desde energía hasta abarrotes) se ven favorecidos con la información que estará disponible a través de Internet de las cosas, la logística será mucho más efectiva y se eliminarán casi todos los errores y malentendidos en el trasiego de mercaderías.
Potencial para el país
Pero lo más emocionante (para mí) de Internet de las cosas es el potencial para Costa Rica como productor y exportador de software, de robótica y de dispositivos electrónicos. Para florecer en esta nueva economía que se está creando, no necesitamos tener mucha tierra, trabajo o capital, pues lo que necesitamos es el más valioso factor de la producción: el conocimiento. Las barreras de entrada para aprovechar esta enorme oportunidad son pocas (básicamente, educación e ingenio emprendedor).
Sin embargo, la ventana de la oportunidad no estará abierta de par en par (como está ahora) para siempre. Para que podamos aprovechar esta oportunidad, lo que hace falta es terminar de desplegar la mejor infraestructura digital. La buena noticia es que no se puede utilizar la excusa de que “no hay plata”, porque plata sí hay, y también ideas de lo que se debe hacer. Solamente falta hacerlo.
Artículo publicado en el periódico La Nación