La biblioteca

enero 25, 2016 - Noticias, Publicaciones

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La palabra biblioteca puede referirse a una institución, un mueble o un conjunto de publicaciones. La antigua Biblioteca Nacional era un lugar maravilloso, el silencio rodeado de tres pisos de libros transmitía una sensación inigualable.

Recuerdo estar, a inicios de los años 60, sentado ahí, en silencio (en pantalones cortos de primaria) pensando en el posible contenido de tantísimos libros y en la sabiduría sin límites que tendría el que los hubiere leído todos.

Pero, sin duda, lo más impresionante para un niño de escuela primaria era el enorme silencio que reinaba por períodos tan increíblemente largos.

Recuerdo haberle preguntado (en un susurro bien practicado) a una de las señoras que trabajan ahí, cómo hacía para estar en silencio tanto tiempo, a lo cual respondió: “Es lo más bonito, es la razón por la cuál me gusta trabajar aquí”.

A inicios de los años ochenta, tuve que asistir todos los días, de las 8 de la mañana a las 6 de la tarde, durante 8 meses, a la biblioteca científica de la universidad para asegurarme de que conocía todo lo que se había escrito acerca de mi tema de interés.

Fue una ardua labor, no puedo decir que haya sido especialmente agradable, o que la haya disfrutado demasiado, sobre todo, porque ya en esa época pensaba que debe haber una manera más fácil, amigable y eficiente de hacer esa tarea.

Sobra decir que tengo más de 30 años de no asistir a una biblioteca. Supongo que si uno no dispone de un lugar fresco, con buena luz y silencio garantizado, aun hoy debería asistir a la biblioteca para leer. Pero no puedo imaginar que alguien quiera asistir a una biblioteca para investigar, pues las alternativas en línea son tantísimas veces más convenientes y eficientes.

Medios digitales

La biblioteca como mueble en el que se guardan y despliegan los libros que han marcado una vida, o una carrera, es diferente.

Cuando uno visita una casa u oficina, es inevitable pasar la vista (con la nuca torcida) sobre los libros del anfitrión. No es difícil notar si tal o cual libro ha sido leído (tal vez varias veces) o si por el contrario está nuevecito (en cuyo caso el libro seguramente está ahí para alardear).

Sin embargo, este tipo de bibliotecas tienen los años (o décadas) contados. Cada vez leemos más en medios digitales.

Cierto que el tacto del papel y la naturaleza de la luz reflejándose en el libro –y no saliendo de él– hacen que la experiencia de lectura sea más agradable en papel que en digital. Pero la conveniencia de adquisición inmediata y de almacenamiento casi infinito, y perdurable, están inclinando la balanza inexorablemente hacia los libros digitales.

Para viajar, por ejemplo, los libros de papel son terriblemente inconvenientes. Búsquedas en el contenido (no por autor, ni título, ni la información que contiene una ficha) en papel son casi imposibles, mientras que en un medio digital son supereficientes y casi instantáneas.

La biblioteca como conjunto de publicaciones, ya sea personal, corporativa o institucional, siempre ha existido como concepto, pero su verdadera implementación y utilización cotidiana son resultado de la digitalización.

La administración del conocimiento, como activo valioso, nunca antes había sido posible en la escala y el detalle con que se puede hacer hoy.

La manera como se comparte y despliega una colección de publicaciones o escritos es mucho más explícita, tanto en oportunidad como en propósito, en el medio digital que en el medio de papel.

Ya no es posible pasar la vista por los lomos de las publicaciones para darse una idea de las inquietudes intelectuales del anfitrión. En el medio digital, el anfitrión debe explícitamente darnos acceso a su biblioteca, total o parcial.

Hoy, cualquier persona con un teléfono celular tiene a su alcance más información y conocimiento que el presidente de los Estados Unidos hace apenas 25 años. El fenómeno de digitalización y conectividad es, obviamente, irreversible.

Adaptación

Sin embargo, no creo que las bibliotecas y los libros de papel lleguen a desaparecer. Es muy posible que las publicaciones se reduzcan en número y aumenten en costo. También es probable que las bibliotecas cambien su papel, su modelo de negocios y su diseño, pero durante miles de años han jugado un papel estelar en el acopio y protección del acervo de conocimiento de la humanidad. No van a desaparecer fácilmente, pero sí deberán adaptarse al futuro digital.

Las bibliotecas como edificio deberán cambiar su diseño. Las bibliotecas como mueble también se reducirán en número y aumentarán en costo. Las bibliotecas como conjunto de publicaciones crecerán indefinidamente, nuevos modelos aparecerán para, por ejemplo, regalar o compartir libros (el modelo actual es pésimo).

La cantidad de publicaciones también crecerá exponencialmente y las bibliotecas del futuro deberán enfrentar el reto de continuar sirviendo a la humanidad como repositorios y herramientas de administración del conocimiento, sin duda, el factor de la producción más valioso.

Artículo publicado en el periódico La Nación

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