En Costa Rica, durante muchos años nos hemos quedado cortos en el desarrollo de infraestructura. Los motivos pueden ser discutidos, sin duda son muchos, desde la práctica desmedida de la natación canina, hasta una falta de fondos crónica, pasando por la chambonada y la falta de visión.
Así como en la era industrial la infraestructura vial fue determinante para el desarrollo de las naciones, ahora la infraestructura digital sustentará el crecimiento y el desarrollo en la era del conocimiento. Igual que antes no era suficiente abrir angostos caminos vecinales, ahora tampoco es suficiente conectar a las empresas, hogares e instituciones a bajas velocidades. La nueva infraestructura digital debe proporcionar conectividad a muy altas velocidades para apoyar el desarrollo económico. Tenemos, ahora, la oportunidad de no quedarnos cortos.
Costa Rica requiere una infraestructura digital que no limite el crecimiento de la riqueza que puede generar el conocimiento, que permita reducir drásticamente el consumo de petróleo, que estimule a las nuevas generaciones a conquistar el mercado global de contenido digital, y permita, a todos los ciudadanos, disfrutar del bienestar que brinda la tecnología moderna. La infraestructura de banda ancha que propuso doña Laura Chinchilla, en el Acuerdo Social Digital, cumple con todo eso.
Los tres conceptos claves de la propuesta de doña Laura son: fibra óptica, neutralidad de red, y simetría. La fibra óptica es la única que puede impedir la falta de visión que nos ha caracterizado en el desarrollo de otras infraestructuras, el ancho de banda que necesitaremos a futuro, estoy seguro es mayor que cualquier número de megabits que alguien se saque de la manga. Abogar por sacarle el jugo al cobre (viejo) instalado es atentar contra el desarrollo nacional. El mito del costo excesivo de llevar fibra a todos los hogares, es solo eso, un mito.
Facilitar el cambio. Para que efectivamente los costarricenses necesitemos anchos de banda que hoy parecen ridículos (como parecían hace poco 4 Mbps), necesitamos una red neutral. La neutralidad de la red es más que garantizar que todos los paquetes son iguales (no se vale, por ejemplo, bloquear videos, música o torrentes de datos de algún usuario, bajo el pretexto de optimizar el uso de la red). La neutralidad de la red también implica que no de deben discriminar los usuarios, las tecnologías y los proveedores de servicio.
Los usuarios no sólo debemos tener la posibilidad de cambiarnos de proveedor, sino que además debe ser fácil hacerlo (el caso contrario es el sistema bancario en donde es tan engorroso cambiar de banco que preferimos sufrir un mal servicio). Separar a los proveedores de servicio de los operadores de redes me parece genial, como medida para garantizar la facilidad en el cambio de proveedores (lo cual a su vez produce la competencia que reduce los precios, algo que todavía estamos esperando de la apertura).
La simetría de la red (igual velocidad de subida que de bajada), la cual es muy fácil de implementar con fibra óptica y casi imposible con cobre, promueve la producción de contenido digital. Producir contenido digital, no es únicamente para aquellos que quieren participar del mercado global de contenido. También es para aquellos que quieren disfrutar del teletrabajo en labores de diseño, de capacitación, de producción audiovisual, y otras aplicaciones creativas que requieren altas velocidades de transmisión en ambas direcciones. La red simétrica hace posible que dejemos de ser un país de consumidores de contenido y pasemos a ser un país de productores. Tenemos el talento y el deseo de ahorrar tiempo y combustible, nos falta la infraestructura.
Probablemente por primera vez en la historia, el país tiene fondos para invertir en infraestructura. Los fondos de Fonatel, si bien no son suficientes para cubrir todo el país de fibra óptica, sí son suficientes para sentar las bases de lo que sería una red nacional de fibra óptica, neutral y simétrica. Si se utilizan estos fondos para conectar a todos los centros educativos (como propone el Acuerdo Social Digital), a velocidades mucho mayores que las que ellos necesitan (por ahora), los proveedores de servicios podrían alquilar el exceso de capacidad y ofrecer sus servicios a empresas y hogares cercanos a los centros de estudio, es decir, a todo el país.
Como toda obra de infraestructura, el retorno de la inversión es a largo plazo. Como las empresas de telecomunicaciones requieren un retorno rápido, deberá abrirse a inversionistas y fondos de inversión privados (como los de pensiones) con visión de largo plazo.
Erradicar la natación canina de la mentalidad nacional, y la chambonada como metodología de trabajo, puede resultar, comparativamente, más difícil.
Artículo publicado en el periódico La Nación