Los ‘teléfonos’ inteligentes

Abril 16, 2015 - Noticias, Publicaciones

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No cesa de asombrarme por qué a esos aparatos, más parecidos a un computador que a un teléfono, les dicen teléfonos.

Un (mal llamado) “teléfono” inteligente normalmente contiene docenas de aplicaciones ( apps ), una de la cuales es el teléfono. Es probable que en algunos casos a esta app se le dé más uso, pero no creo que sea así en la mayoría de los casos.

La computadora personal (PC) era grande, incómoda, lenta y solo le podíamos hablar por medio de un anticuado teclado Qwerty (diseñado para reducir la velocidad del mecanógrafo y evitar que los brazos de las teclas chocaran). La verdad, sin embargo, es que la PC no era tan personal que digamos, el teléfono inteligente lo es mucho más, incluso íntimo.

Ciertamente, estos aparatos no son otra cosa que una computadora muy pequeña (con memoria, procesador y software, igual que todas) a la que le han agregado un puño de sensores y antenas (celular, Wifi y GPS, por lo menos).

En la industria de la tecnología digital siempre se habla de la killer app , aplicación que lleva una tecnología al éxito global. Es obvio que el teléfono fue la killer app de las computadoras personales pequeñitas (antes existieron el iPod y otros similares, con muy poco éxito). Pero también podría afirmarse que las computadoras personales pequeñitas fueron la killer app de la telefonía celular, la cual también existía antes, con éxito limitado.

A mí, sin embargo, me parece que la killer app fueron las apps en sí. La facilidad con la que es posible desarrollar aplicaciones para estos dispositivos ha creado un ecosistema boyante. Se han desarrollado millones de apps en muy poco tiempo. Las aplicaciones venden aparatos, y los aparatos venden minutos de telefonía y toda clase de servicios, incluyendo Internet móvil. Es interesante notar que a estos dispositivos les llaman “teléfonos” inteligentes y que las compañías telefónicas están entre las que más se han beneficiado de ellos, aunque la tecnología telefónica ya no existe.

La telefonía, hoy, no es más que tecnología de información; son computadoras las que trasiegan las conversaciones de voz y los datos del planeta. La antigua tecnología telefónica estaba basada en conmutación de circuitos, donde la inteligencia era limitada y se encontraba toda en el centro. Esto, entre otras cosas, permitía que se dieran el gusto de cobrar por tiempo y distancia.

Internet trajo enrutamiento de paquetes, con la inteligencia en las orillas, y habilitó, finalmente, el cobro de una tarifa fija, y con ella la explosión en comunicaciones a escala global.

La telefonía celular es tecnología de radio que nos comunica con la antenas y computadoras que hacen todo lo demás.

Cada vez más la comunicación de voz se hace por IP, mediante aplicaciones como Skype, WhatsApp o Google Talk, pero, como se hacen casi siempre desde dispositivos conocidos como “teléfonos” inteligentes, nos da la sensación de ser telefonía.

Decir que la telefonía y la computación han “convergido” es mejor que decir que una tecnología desterró a la otra, y en nada cambia el resultado.

Está claro que la necesidad de conversar ha impulsado el éxito global de los computadores personales íntimos. Entiendo que en Costa Rica hay más de 2,5 millones de estos aparatos. Es obvio que la conexión entre la gente solo continuará creciendo.

La conexión entre las personas y las cosas también seguirá creciendo conforme las cosas se vuelvan más inteligentes y conectadas. Ya estamos viendo una enorme actividad en “Internet de las cosas”, ahora las cosas se comunican entre sí, con grandes resultados de productividad y bienestar para los participantes.

La disponibilidad de sensores y actuadores baratos que consumen muy poca energía está produciendo millones de artefactos inteligentes y conectados, e impactando positivamente áreas tan diversas como salud, agricultura, manufactura, urbanismo y servicios públicos.

No hay duda, la “Internet de las cosas” está cambiando el mundo, y los computadores personales íntimos (también conocidos como “teléfonos” inteligentes) están en el puro centro de esta revolución, cuyo impacto hará palidecer en comparación con la revolución industrial.

Artículo publicado en el periódico La Nación

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