Modelos rotos

Julio 28, 2013 - Noticias, Publicaciones

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Los modelos son milenarios: desde siempre se han utilizado para presentar una parte de la realidad, dejando de lado el resto de los detalles. Los planos de un edificio son un buen ejemplo: hay muchos planos para un edificio y cada uno representa un aspecto determinado de la realidad.

Siempre se ha dicho que una parte muy conveniente de los modelos es que no se rompen, no se caen, no fallan. Los que fallan son las implementaciones de los modelos (edificios, sistemas, procesos, etc.). Sin embargo, resulta que, como el tiempo pasa y la realidad cambia, los modelos dejan de representar la realidad, pero se siguen usando sin cuestionamientos serios que obliguen a cambiar partes importantes de la implementación de la realidad en que vivimos.

Democracia

Para muestra, varios botones. El modelo de representación democrática debe de estar roto, ya que no conocemos a los diputados ni a los regidores, y no nos tienen que rendir cuentas. La realidad ha cambiado mucho: ya no confiamos en el partido (hay montones, aparecen nuevos a cada rato y los tradicionales… bueno, de esos tenemos mayores motivos para no confiar), pero nos siguen pidiendo que elijamos representantes de una lista donde con suerte conocemos ( mejor dicho, hemos oído mencionar) a los dos primeros.

Transporte

El transporte público está basado en un modelo tan roto que ya nadie se acuerda de cuándo no lo estuvo. Este modelo, en lugar de procurar transporte eficiente para todos, se ha enfocado en ofrecer un servicio tan malo (con tarifas bien opacas) que la gente prefiere endeudarse para tener su propio automóvil con el cual congestionar las calles y envenenar el aire.

Energía

El modelo energético está des-evolucionando, pues cada vez utilizamos más combustibles fósiles y menor porcentaje de renovables. Este modelo está tan roto que, por considerarnos conservacionistas, no permitimos la explotación geotérmica en los parques nacionales (todos los volcanes) y preferimos, en su lugar, aumentar el consumo de diésel y búnker.

Educación

El modelo educativo se está rompiendo rápidamente ya que permanece estancado en el siglo pasado. Todos conocemos el valor educativo de la conectividad y la tecnología, pero nuestros centros educativos están todos pésimamente mal conectados. Tenemos más de $200 millones, pero no nos podemos poner de acuerdo en conectar los centros educativos con banda superancha, y consideramos que conectarlos dentro de unos años es igual que hacerlo de una vez. Los miles de jóvenes que pierden cada años la oportunidad cuentan menos que la necesidad de cubrir bien las espaldas burocráticas.

Transparencia

Un modelo que no está roto es el modelo de transparencia, ni siquiera existe. Somos un país opaco, todo es privado y confidencial. Si no nos obligan, no divulgamos nada y, aun cuando hay obligación, la divulgación se hace en papel o en imágenes digitales (en lugar de datos), de manera que la información sea bien difícil de encontrar y explotar.

Autonomía

Un modelo interesante es el de autonomía institucional, que pareciera estar rompiéndose. Se ha malentendido la autonomía institucional con la obligación de reinventar la rueda a cada rato y, como dicen los niños pequeños, hacer todo “yo solito”. Todas las instituciones autónomas tienen una razón de ser (curar gente, mejorar la vida de sus comunidades, educar gente en ciencias sociales, etc.) y, en general, lo hacen bastante bien, pero todas tienen serios problemas en las funciones operativas de soporte (back office). En el Estado existen ejemplos de buenas prácticas de procesos como compras, personal, call center, contabilidad y finanzas, etc. Pero resulta casi imposible que estas prácticas sean aprovechadas por otras instituciones, debido a la “autonomía” (que beneficia más a los proveedores que a las instituciones).

La lista de modelos rotos es muy larga. Sin duda, todos conocemos más modelos rotos que los ejemplos anteriores. La pregunta es: ¿qué hay que hacer para cambiarlos o remendarlos? Parece obvio que, debido a la necedad del tiempo de seguir avanzando y el mundo cambiando, si no encaramos estos modelos rotos, se nos va a terminar de romper la realidad, de nuestros hijos y nietos.

Artículo publicado en el periódico La Nación

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