Mucho se ha dicho y escrito tendiente a convertir el conocimiento y, sobre todo, la innovación en el motor de la economía de Costa Rica. Es difícil discutir con las bondades de la innovación, pero sí creo prudente advertir los peligros.
Clayton Christenssen tiene una frase muy bonita que dice: “Toda organización, grande, bien establecida, eficiente y bien administrada, está condenada al fracaso”. Él siempre que menciona esta frase insiste en recalcar que está hablando de organizaciones bien administradas y, como buen profesor de Harvard, ilustra su punto con casos, de industrias muy diferentes, en las que se hace obvia la validez de la frase.
El punto es que, cuando una organización (o una persona) es exitosa haciendo algo, de determinada manera, durante mucho tiempo, es natural y lógico que lo siga haciendo. Cuando aparece una innovación (y siempre aparece), la empresa innovadora empieza comiéndose la parte menos rentable del mercado, ante lo cual la empresa establecida reacciona de manera lógica cediendo esa parte del mercado, ya que eso la hace a ella más rentable. Conforme la innovación va madurando y mejorando su desempeño, va asumiendo porciones más rentables del mercado, hasta que termina aniquilando a la otrora organización grande y exitosa.
Este análisis nos lleva a concluir que la innovación es muy peligrosa para las empresas e instituciones grandes y exitosas. Para la gente común y corriente, este peligro, podríamos pensar, solo es real e inminente para los que trabajan en dichas organizaciones. Sin embargo, se hace más inminente conforme se acelera el ritmo de la innovación, el ciclo de vida de las innovaciones es hoy mucho más corto que en los días de nuestros padres (sin importar a qué generación pertenecemos). Los profesionales independientes se ven expuestos a las mismas amenazas de la innovación que produce obsolescencia, en este caso por ser exitoso y dejar de estudiar.
Las innovaciones no tienen que ser tecnológicas, aunque lo cierto es que muchas de las innovaciones de los últimos años han sido productos tecnológicos. Las tres innovaciones más exitosas del año pasado fueron: iPad, Kinnect y Kindle, todas además relacionadas con la tecnología de información. Pero hay muchas innovaciones que consisten en nuevas maneras de utilizar un tecnología antigua, o nuevas maneras de entender o enfocar un problema.
Otro peligro de la innovación es la improvisación. Los cambios constantes producidos por la innovación tienden a convertir la planificación en un ejercicio muy difícil, ya que hace necesario incorporar la flexibilidad tanto en la elaboración de los planes como en la ejecución de los mismos. Esta dificultad, frecuentemente derrota el esfuerzo planificador y se cae en la improvisación constante y perenne. La flexibilidad o agilidad organizacional es bastante difícil de lograr, requiere de procesos, gente y sistemas flexibles.
Hoy en día, existe la tecnología para construir sistemas flexibles y adaptables, con los cuales es también posible implementar procesos fáciles de modificar. Reemplazar sistemas y procesos legados (tiesos como un lagarto enyesado) por sistemas y procesos flexibles es una tarea titánica pero necesaria; el problema es que la necesidad no es obvia en el corto plazo, y cuando lo sea, será demasiado tarde.
Existen, además, culturas como la nuestra, en las que la flexibilidad de la gente es todavía más difícil de lograr. Culturas, en las que la estabilidad es más apreciada que el progreso, se verán cada vez más amenazadas por la innovación.
Hay un tercer peligro de la innovación que muy pocos en Costa Rica sufrirán, este es el peligro de hacerse adicto a la innovación y al cambio.
Innovaciones exitosas pueden producir adicción al cambio llevando a cambios continuos e innecesarios en los que se omite la etapa de cosecha de beneficios de la innovación anterior por estar ocupados produciendo la próxima innovación.