Plástico peligroso

Abril 13, 2007 - Publicaciones

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Uno pensaría que bancos y gobiernos se preocuparían por hacer que eldinero plástico (tarjetas) sea más seguro que el dinero en efectivo. Un país sin efectivo no solo reducirá enormemente el costo de comprar y vender cosas, sino que eliminará todo el chorizo de un solo golpe (dado el riesgo de hacer transacciones ilícitas con tarjeta). Promover el uso de dinero plástico, es, por lo tanto, un paso en la dirección correcta. Combatir el fraude con tarjetas es, por lo mismo, también, prioritario.

Diversos manejos. Diferentes países combaten el fraude de diferentes maneras, algunos aprueban legislación muy severa, mientras otros implementan tecnología que hace el fraude muy difícil. En países donde las cosas funcionan al revés, le pasan el riesgo al cliente y le recomiendan que compre un seguro.

Mientras en Europa cambiaron todos los aparatos de punto de venta y todas las tarjetas de manera que ahora las transacciones se hacen con PIN en lugar de firma (eliminando casi totalmente el fraude), en este país de Dios, resulta que la firma, en los comprobantes de tarjeta de crédito, es un mero ritual sin valor legal. En este país, que a uno le roben la tarjeta de crédito es peor que si le robaran el efectivo, porque uno es responsable por todas las transacciones que se hagan con la tarjeta mientras no se haya reportado perdida o robada.

El seguro que vende el monopolio es de utilidad limitada, ya que solo cubre 24 ó 48 horas posteriores al momento de haberse perdido la tarjeta. Si esta se utiliza ilegalmente (por ejemplo, por un salonero) y el dueño no se da cuenta, cuando llega la cuenta, ya el seguro no cubre. Como este sistema, obviamente, promueve el fraude, el próximo año todos pagaremos una prima mayor por el seguro (que protege a medias).

Firma sin validez. Uno podría preguntarse: ¿cómo es posible que la firma en el comprobante no tenga validez? La respuesta parece estar en el contrato que nadie lee. Me indican que el contrato ahora dice que con la sola presencia de una tarjeta que no ha sido reportada, la transacción se da por válida. Yo, personalmente, no creo que el contrato que firmé hace más de 15 años diga eso, pero me indicaron que es costumbre que dichos contratos contengan cláusulas que les permiten cambiar condiciones unilateralmente. No sé si será cierto, pero en este país de Dios, casi todo es posible.

Lo peor de este sistema parece ser la falta de incentivos a los bancos y emisores para introducir nuevas tecnologías que eventualmente hagan desaparecer el dinero en efectivo. Mientras el costo del fraude de tarjetas sea asumido por los clientes, el comercio no tendrá incentivo para pedir identificación ni los bancos tendrán incentivos para introducir tecnología moderna.

Golpe al hampa. La gran mayoría de la gente a la que le he comentado este hecho (que aprendí con serio inconveniente personal) ha manifestado creer que un tarjetahabiente no es responsable de una transacción con firma obviamente falsificada. A mí me aseguraron todo lo contrario. Me parece que la realidad debe ser difundida, y los usuarios, alertados, ya que al parecer en este país es más peligroso andar con dinero plástico que con efectivo.

La tecnología de pagos electrónicos (por celular, con tarjetas inteligentes, por internet, etc.) tiene el enorme potencial de asestar un durísimo golpe al hampa. Si el país desincentiva la introducción de dichas tecnologías, los usuarios enfrentamos una batalla desigual defendiéndonos del hampa y, al mismo tiempo, de los bancos y las compañías de seguros.

Artículo publicado en el periódico La Nación

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