Todavía hay una revista de papel que leo dos o tres veces al año, me acaba de llegar la edición correspondiente al primer cuatrimestre del 2021. CCM (Christ Church Matters) se publica en papel (asumo carísimo), lleno de bellas fotos del campus de Christ Church, en Oxford.
Christ Church es uno de los colegios más antiguos (fundado en 1546) y respetados de la Universidad de Oxford, pero también es la sede de la diócesis de Oxford, la capilla del colegio es la catedral de Oxford.
La revista CCM suele distinguirse tanto por la variedad de artículos y entrevistas, como por la profundidad con que tratan los temas en espacios muy cortos. En la edición 45 que recién recibí, todo fue durante lo peor de la pandemia. Entre los articulistas hay estudiantes —de pregrado y de postgrado—, profesores, investigadores y graduados que hoy son líderes en diferentes áreas del quehacer humano en muy diversas regiones del planeta.
En esta ocasión me llamó la atención una entrevista a la profesora Sarah Gilbert, quien lideró el desarrollo de la vacuna de Astra Zeneca/Oxford y un corto artículo de Sir. Tim Berners-Lee acerca de su proyecto Solid. Tim Berners-Lee es, como quien dice, casi nadie, el inventor del World Wide Web, que creó en 1989 mientras trabajaba en CERN.
Ese invento incluyó los protocolos URL, HTTP y HTML que hoy se usan libremente por todo el mundo, todos los días. Berners-Lee nos regaló la Web, sin patentes, ni marcas registradas ni nada que impida ni limite su uso. Entre los muchos reconocimientos y honores recibidos está el ACM Turing Award, y el Queen Elizabeth Prize for Engineering.
En este corto artículo en CCM, Beners-Lee comenta cómo durante la pandemia invirtió todo el tiempo que se ahorro al eliminar los viajes, en su proyecto Solid (Social linked data) o datos sociales vinculados, el cual define como una nueva manera de conectar a la gente con sus datos. Es una tecnología de código abierto, basada en la web (web-based) que redefine la manera en que los datos son almacenados y compartidos y, en consecuencia, la manera en que las apps son desarrolladas.
Un principio del diseño de internet siempre ha sido la descentralización, hay que recordar que antes de la Web, internet existía sin interfaz gráfica, por lo que los usuarios eran muy pocos, los sitios aún menos y las velocidades de conexión paupérrimas. Era un medio para que científicos y académicos compartieran información y, por consiguiente, la información estaba siempre dispersa. Hace poco más de una década se dio un proceso de centralización de datos, a partir de la consolidación de las redes sociales, las máquinas de búsqueda, etc.
Modelo de negocio
El resultado ha sido una enorme centralización y acaparación de datos, que dejaron de ser de los usuarios y se convirtieron en un modelo de negocio con valores de mercado de cientos de miles de millones de dólares. Las redes sociales no son gratis, los usuarios pagan dejando sus datos, no solo de quién son, sino también de qué les gusta, a dónde van, etc.
Las máquinas de búsqueda tampoco son gratis, se paga dejando el dato de qué anda uno buscando. La protección de los datos personales se ha tornado un problema crítico, pero los datos no deben tener nombre y apellido para ser valiosos.
Mientras todos buscamos maneras de hacer más cómoda nuestra vida y trabajo en casa, desde pensar en las luces para la video llamada hasta la recepción de entregas, Sir. Tim nos dice que Inrupt, la empresa que ha estado implementado Solid, ha estado trabajando en cómo hacer nuestras vidas digitales más efectivas, poderosas y bajo nuestro control.
Almacén en línea
Solid separa la aplicación de los datos. Hoy cada aplicación maneja sus datos, que, aunque son datos del usuario, muchas veces no se pueden sacar de la aplicación, por ejemplo, para pasarla a una aplicación competencia, y, ciertamente no tenemos control sobre ellos. Con Solid, la aplicación primero pregunta dónde quiere uno guardar sus datos y uno escoge un almacén de datos en línea (Pods, por sus siglas en inglés).
Uno puede tener varios pods. El usuario tiene total control sobre el pod, decide qué aplicaciones pueden acceder a los datos y de qué manera. El usuario también decide quiénes pueden acceder a esos datos y, obviamente, puede haber muchas aplicaciones y muchos usuarios accediendo a los mismos datos.
La intención de Solid es empoderar a los usuarios, desarrolladores y organizaciones, al tiempo que busca generar confianza, para que la gente se sienta segura en el mundo digital.
Mientras la mayoría, durante la pandemia, hemos podido acomodar nuestro ambiente físico para trabajar de manera efectiva, no hemos podido incluir a otras personas. En el mundo en línea se puede conectar con mucha gente, pero es frustrante tener que recordar en cuál plataforma fue que vimos una foto o a una persona. Utilizando Solid podemos conversar con otra persona sin importar cuál plataforma utiliza cada uno. Uno puede compartir fotos con cualquiera, puede darle like a cualquiera, en cualquier plataforma.
Puedo imaginar mis datos de salud del EDUS con los de mi dentista privado y la nutricionista que vive al otro lado del planeta, junto con los datos del reloj que recopila pasos, frecuencia cardiaca, calidad y cantidad del sueño, etcétera, todos disponibles en un mismo lugar. Que yo le pueda dar o denegar el acceso a mis datos, a quien yo decida, no debería ser un sueño, debería ser un derecho.
En una charla TEDx, en octubre pasado, aprendimos que durante la pandemia los doctores de la Caja han realizado millones de tele-consultas casi todas por teléfono porque los encargados de la seguridad informática no permiten herramientas sencillas como Zoom o Whatsapp, “porque podrían en riesgo los datos”, a pesar de que los datos no son de ellos, son de los usuarios (en este caso pacientes), pero nadie les pregunta.
Al mundo propuesto por Solid, admite Berners-Lee, le falta camino por recorrer antes de que pueda hacer todo lo que ellos se imaginan, ni qué decir de lo que se imaginen los desarrolladores del mundo. Yo me pregunto, ¿cuántos desarrolladores ticos ya están trabajando en esta arquitectura?, es una oportunidad clara de mediano plazo para resolver un problema obvio que cada día se hace peor.