En principio, la diferencia entre una red pública de transmisión de datos y una privada es muy sencillo. A una red pública se puede conectar cualquiera que pague por el servicio, mientras que a una red privada solo pueden acceder aquellos que el dueño de la red quiera o permita. Las redes públicas son reguladas para evitar asimetrías y abusos, mientras que las redes privadas imponen las reglas que consideren más convenientes.
En una red privada se puede utilizar una tecnología determinada y no permitir ninguna otra, mientras que las redes públicas deben mantener la neutralidad tecnológica. Las redes privadas pueden discriminar no solo tecnologías, sino también usuarios, protocolos y tipo de tráfico, cosa que las redes públicas no pueden hacer. Por lo tanto, para construir u operar una red pública hay que tener un título habilitante emitido por el regulador, mientras que cualquiera con las destrezas técnicas requeridas puede construir y operar una red privada.
En Costa Rica, el costo de conectarse al resto del mundo, mediante cable submarino es, por mucho, el costo más grande (he oído cifras del 90%) de una conexión a Internet. Es financieramente incoherente que una empresa o institución geográficamente distribuida conecte a las sucursales directamente a Internet en vez de conectarlas todas entre sí, antes de conectar las oficinas centrales a Internet.
Aun en el caso de que todas las sucursales requieran mucha conexión a Internet, siempre es preferible centralizar la salida al resto del mundo utilizando una fibra óptica de banda muy ancha, que conectar a cada sucursal por separado Internet.
Diseño. El diseño de la red es fundamental cuando la organización depende de la disponibilidad de la red para funcionar, por ejemplo, los bancos o proveedores de salud, que sencillamente no pueden funcionar si no tienen acceso a datos centralizados.
En estos casos se requiere un diseño redundante, por lo menos dos conexiones a cada lugar, sin recursos, por ejemplo, postes compartidos. También se requiere de una organización que sea capaz de monitorear y garantizar una disponibilidad aceptable, por ejemplo 99,99% del tiempo. En el caso de hospitales, lo único aceptable es 100%.
Típicamente, la administración de la red, dependiendo del grado de paranoia del dueño (y si los datos viajan cifrados o no) suele contratarse a empresas especializadas, no reguladas, pero que están dispuestas a garantizar la disponibilidad con castigos severos en los pagos previstos en el contrato.
Aunque tradicionalmente la administración de la red se ha realizado internamente, la imposibilidad de garantizar vía castigos el funcionamiento y disponibilidad está moviendo a cada vez más organizaciones a la contratación externa.
Obviamente, la proporción de contenido local e internacional y de contenido público y privado que viaja por la red varía mucho de una organización a otra, pero en todos los caos es mucho más sensato construir una red privada y conectarla en uno o dos lugares a Internet, que conectar a todas las sucursales a Internet y luego conectarlas todas entre sí por medio de una red privada virtual (VPN), lo cual se logra con una combinación de hardware y software especializados, que, obviamente, consumen una buena porción del ancho de banda disponible.
Lo anterior es obviamente cierto, dada la estructura de costos en Costa Rica, donde las conexiones locales son muy baratas y las conexiones al resto del planeta muy caras. Es posible que esto fuera diferente si tuviéramos cables submarinos propios, o una oferta mucho mayor (mayor número de oferentes), o si fuéramos un mercado mucho más grande, pero nada de eso va a ocurrir a corto o mediano plazo.
Conflicto de intereses. Claro que no hay ningún motivo para que las operadoras de redes, con título habilitante, construyan y operen redes privadas, y, obviamente, tienen las destrezas requeridas. Pero también pueden tener conflicto de intereses.
Siempre he pensado que tener conflicto de intereses con un cliente es una estupidez. Claro que todos los proveedores quisieran que los clientes les compren más, pero el bienestar del cliente es lo que garantiza la relación a largo plazo. Por algo dicen que el cliente siempre tiene la razón.
Donde se nubla la razón es cuando el cliente es una institución tan tiesa como un lagarto enyesado, con procedimientos de contratación anacrónicos, en un mercado de servicios no claramente abierto a la competencia.
Nunca falta quienes aboguen por que “es mejor que lo hagan mal, a que no lo hagan”, lo cual es, sin duda una actitud derrotista y hasta corrupta, ya que cuando hacen las cosas mal siempre hay proveedores aprovechándose, y usuarios recibiendo un servicio deficiente.
Las redes que se construyen hoy son todas de fibra óptica y son inversiones a depreciar a 30 años, con una vida útil bastante mayor. El diseño, construcción y operación de redes privadas (aunque sean para instituciones públicas) es una labor crucial que impacta el desempeño de la organización por muchos años.
Es fundamental que los tomadores de decisiones conozcan los principios básicos de como se construye y opera una red, así como de la estructura de costos que rige el desempeño financiero a corto, mediano y largo plazo. Dicho conocimiento es sencillo y está al alcance de todos, está muy lejos de ser “ciencia de cohetes”.
Artículo publicado en el periódico La Nación