Transparencia inducida

Marzo 20, 2006 - Publicaciones

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La poca transparencia que existe en Costa Rica es obligada: por leyes o por entes reguladores. De hecho, hay muchos que piensan que la necesidad de divulgación es el mayor obstáculo que ha sufrido el desarrollo del mercado de valores; hay empresarios que prefieren endeudarse o, peor aún, no crecer con tal de no divulgar.

En nuestro medio todo parece ser confidencial, mucha gente todavía cree que esconder información o conocimiento es buen negocio y, mientras no haya una ley que obligue, todo es confidencial o, mejor aún, secreto. Incluso la información pública no es tan fácil de conseguir. Recientemente, en una institución, ante la sugerencia de publicar las actas en Internet, me dijeron que la información es pública. “pero no tanto”.

Pero el futuro es implacable, el progreso no se detiene, y ciertamente no se desvía. Hoy hay una nueva fuerza que se mueve a través del mundo como un tsunami: la transparencia inducida. La transparencia está siendo inducida por la tecnología en general y por la Internet en particular.

De doble filo. La falta de control y de dueño de Internet, junto con su cada vez mayor alcance y poder, hacen de la red una poderosa arma (de doble filo). En Internet nos enteramos de vida y milagros de todos. Internet hace fácil la difamación y la calumnias; Internet hace fácil fabricar (o no) fotos de Hugo Chávez junto a nuestro dirigentes sindicales. el trasiego de información es libre y (casi) gratis. La divulgación voluntaria, oportuna y constante derrota fácilmente la difamación y las calumnias.

El advenimiento de Internet hace muy difícil esconder y tapar información; hoy hasta el Gobierno más poderoso del mundo se pone en ridículo cuando se publican fotos e informes que creyeron “confidenciales”.

No hay duda que el mundo es un lugar mucho más transparente hoy que hace tan solo 10 años, gracias a la tecnología que ha hecho tan fácil y eficiente la divulgación a grandes cantidades de gente. Por mala fortuna, la transparencia infecciosa no se ha arraigado en Costa Rica. La transparencia afecta a algunos de manera negativa. Hasta la fecha los afectados han podido repeler el ataque, algunas veces de manera más evidente que otras (un buen ejemplo es el nuevo sistema de aduanas), pero en general la población no se ha volcado a favor de la transparencia. Los clientes, empleados, contribuyentes, estudiantes, proveedores, ciudadanos y demás interesados no se han dado cuenta que tenemos el derecho y la potestad de exigir transparencia, que la transparencia (inducida por la tecnología) genera riqueza por el solo hecho de poder ver quiénes y dónde están entorpeciendo la cadena de suministro de bienes y servicios.

Un buen negocio. Las buenas noticias es que la transparencia es buen negocio. Los clientes agradecen la transparencia con sus preferencias (pero solo cuando tenemos opciones); los empleados también la agradecen, con lealtad y dedicación; los proveedores y la comunidad en general, todos agradecemos la transparencia y lo hacemos de la mejor manera.

Pasar de una cultura opaca, gavetera, matrafulera y mentirosa a una transparente no es fácil. En los últimos años, Costa Rica ha mejorado muchísimo la calidad de las instituciones reguladoras; ese es un paso en la dirección correcta, pero esa es transparencia obligada. La transparencia voluntaria vendrá con la diseminación masiva de la tecnología. El gobierno digital es la punta de lanza en la batalla por la cultura de transparencia.

El gobierno digital va mucho más allá de la tramitología indolora (a algunos les duele la posibilidad de que no le duela a los usuarios), también incluye salud y educación digital. Internet es una herramienta muy poderosa para mejorar la salud y la educación de los más necesitados a un costo muy reducido, pero a pesar de eso tiene enemigos.

Sin duda, algunos enemigos de la transparencia lo son por ignorancia. No es posible que toda la cultura opaca sea resultado del “chorizo” generalizado. Estoy convencido de que la mayoría de la población no conoce o entiende las implicaciones de la transparencia. Eso sugiere que hacer disponibles los mecanismos de la transparencia no es suficiente; son necesarios el ejemplo y el liderazgo. Las principales instituciones deben empezar por dar el ejemplo, desnudándose por completo y al mismo tiempo conminando al sector privado a hacer lo mismo. Ciertamente, un reto para un nuevo gobierno, pero un reto con enormes dividendos potenciales.

Artículo publicado en el periódico La Nación

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