No hay duda de que la transparencia genera confianza. En una cultura de confianza, los costos de hacer negocios son mucho menores, pues nadie empieza por sospechar que los clientes y los empleados son un montón de ladrones, los procesos de negocios son diseñados pensando en la comodidad y satisfacción del cliente, y a nadie se le ocurre revisar los bolsos del cliente y de los empleados al entrar o salir del negocio.
En un ambiente de transparencia y confianza, los controles se realizan a posteriori y las trasgresiones se castigan muy duro por ser una traición a la confianza.
La transparencia puede ser percibida de manera diferente en el sector público, el sector privado y en la sociedad civil.
En el sector público, la transparencia es considerada obligatoria y un requisito de la democracia. La gestión transparente mejora los servicios públicos al simplificar procesos y reducir costos transaccionales, mejora el acceso a los ciudadanos, elimina oportunidades de corrupción y mejora la gobernabilidad al obligar a la rendición detallada de cuentas.
En el sector privado, la transparencia (hacia clientes, empleados, proveedores y demás involucrados), además de reducir los costos de hacer negocios (mejorando así la competitividad), crea la confianza necesaria para promover la innovación y genera lealtad, tan difícil de obtener en tiempos hipercompetitivos.
En la sociedad civil (medios, ONGs, academia, etc.), la transparencia lubrica su accionar al generar confianza más allá de los fines de la organización, incluyendo también los medios de perseguir sus fines y garantizando la ausencia de agendas escondidas.
Poderosa herramienta. La tecnología de información ha brindado al mundo una poderosa herramienta de transparencia. Hoy en día, la organización que no está en la web, no existe. Ahora bien, publicar información en la web y hacerlo de manera que la información sea fácil de encontrar y aprovechar son dos cosas muy diferentes.
A inicios del 2008, el Club de Investigación Tecnológica publicó una Estrategia Digital de Costa Rica. Dicha estrategia se construyó alrededor de las cuatro áreas de mayor impacto de la tecnología: productividad, conectividad, educación (en y con la tecnología) y transparencia. En las primeras tres áreas hemos tenido poco y lento progreso; en transparencia, el progreso ha sido casi nulo.
Hace cinco años había en el país más de 30.000 muchachos trabajando para los call centers, pero no había, y todavía no hay, un call center estatal al que los ciudadanos puedan llamar para obtener información de cualquier institución y/o trámite. En los sitios web de las instituciones y de las empresas, la información relevante no era, y sigue sin serlo, fácil de encontrar y manipular (no hay normas vinculantes, cada quien hace lo que mejor le parece). Tampoco existía hace cinco años, y sigue sin existir, un sistema de indicadores de transparencia que nos permita comparar la transparencia y opacidad de empresas e instituciones.
Sustento ético. No hay duda de que una cultura de transparencia requiere un sustento ético muy riguroso. La cultura del engaño y el secreto no solo hace la vida mucho más difícil y complicada, también nos resta competitividad al destruir la confianza, entrabar los procesos, encarecer el costo transaccional, fomentar la corrupción, minar la gobernabilidad, desestimular la innovación y atentar directamente contra el bienestar de la población.
Celebración de aniversario. El próximo 18 de septiembre se llevará a cabo la mesa redonda denominada “50 sombras de transparencia”, en la que discutiremos el tema, a partir de una ética de la excelencia, desde el punto de vista de la sociedad civil, el sector privado y el sector público. En este evento, en el cual celebramos, además, el 25 aniversario del Club, tratamos de resaltar la importancia de la transparencia (esperamos que se convierta en tema de campaña) y buscar la forma de generar un círculo virtuoso. Un círculo en el que la ética nos lleve a una cultura de transparencia que genere confianza, reduzca los costos de hacer negocio, favorezca la gobernabilidad y la innovación, y arrincone la corrupción, mejorando, de manera inevitable, el bienestar de la población.
Artículo publicado en el periódico La Nación