Velocidad de adopción

Septiembre 12, 2011 - Publicaciones

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Es obvio que cuando la velocidad de adopción de nuevas tecnologías es menor que la velocidad desarrollo de nuevas tecnologías, se perpetúa la obsolescencia. Cuando la obsolescencia se arraiga en una organización, país o región, el crecimiento y el desarrollo se ven severamente disminuidos.

Una manera de combatir la obsolescencia tecnológica cuando se tiene una velocidad de adopción menor que la velocidad de desarrollo, es dar saltos de rana (“leapfrogging”) dejando de adoptar algunas tecnologías para adoptar las más novedosas. Esta estrategia conlleva un riesgo inherente en saber escoger cuales tecnologías adoptar y cuales dejar pasar. La actitud generalizada en el pasado, de únicamente adoptar tecnologías probadas (por otros), es viable solo en lugares que disfruten de una muy alta velocidad de adopción. El problema se ve, obviamente, confabulado por el aumento constante de la velocidad de desarrollo de nuevas tecnologías.

Cada cierto tiempo, aparecen tecnologías con impacto de tal envergadura que su adopción se torna obligatoria. Todos recuerdan lo que le pasó a los que opusieron a la introducción de los computadores personales hace 30 años. Bueno, tal vez no muchos se acuerdan de DEC (Digital Equipment Corporation), una de las más grandes empresas de tecnología del siglo pasado. Hace más de 30 años, cuando empezaron a aparecer las primeras computadoras personales, Ken Olsen, presidente de DEC se dejó decir “no hay ninguna razón para que un individuo quiera tener una computadora en su hogar”. DEC dejó de existir.

La computación en la nube es una de esas tecnologías con impacto de vasto alcance. Si la computadora personal duró 20 años en cambiar el mundo, la computación en la nube durará mucho menos. Los que fueron lentos en adoptar la computadora personal, lo pagaron caro. La ventana de oportunidad para adoptar la computación en la nube será más pequeña. Las tecnologías disruptivas de vasto impacto ofrecen a los pioneros una ventaja competitiva y a los que demoren mucho en adoptarla, un pesado lastre de obsolescencia del cual deben librarse en condiciones desfavorables.

La velocidad de adopción no es necesariamente una cualidad intrínseca a la organización, país o región. En ocasiones dicha velocidad es influenciada por líderes visionarios y /o hasta por el azar. Por ejemplo, en Costa Rica, en 1985, pasó una ley (casi desapercibida) que quitó los impuestos a los computadores personales (los demás computadores seguían pagando grandes aranceles), esto hizo explotar el mercado de las PC debido al razonamiento de la época “apurémonos a comprar antes que les vuelvan aponer impuestos”, lo cual a su vez hizo explotar el mercado local de software, en esa época había muy poco software para las redes de PC y casi ninguno en español.

La computación en la nube, a diferencia de otras tecnologías disruptivas, no tiene actualmente detractores entre los proveedores de tecnologías (a parecer todos aprendieron la lección de DEC). Es claro que La Nube ofrece enormes oportunidades de reducción de costos y, al mismo tiempo, mejoría de la calidad del servicio. Los detractores de La Nube, se encuentran internamente en las organizaciones. La falta de visión y liderazgo, junto con la prevalencia de feudos de poder en las áreas de tecnología, atenta contra la adopción de esta nueva y valiosa tecnología.

En países y regiones desarrollados se han dictado directrices instando (e incluso obligando) a la migración a La Nube. Claro que la migración no es soplar y hacer botellas, hay trabajo que hacer. Igual que la migración de los grandes computadores a las redes de computadoras personales, hay trabajo e inversiones que hacer.

Otra vez, el costo de no hacerlo es demasiado grande para ser costeado por los países en vías de desarrollo.

Artículo publicado en el periódico La Nación

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